Al Pacto Histórico en Antioquia lo vienen sacudiendo vientos cruzados, son ventarrones huracanados que se exacerban con cada visita de Petro. Por el momento, entre sus fuerzas, una amplia amalgama de partidos con personería jurídica (UP y Polo), movimientos sociales, asociaciones sindicales y liderazgos artísticos, solo prima un factor: la incertidumbre. Al ser una lista cerrada (algo que puede cambiar), sin un consenso claro sobre quien la debe encabezar, corre el temor de que Petro imponga su criterio personal, respaldando a Susana Boreal, ficha de Daniel Quintero (al igual que Isabel Zuleta) y punta de lanza del movimiento de propaganda y desinformación Medellín Imparable.
Un Pacto sin consenso
El 2 de octubre la mesa del Pacto Histórico tomó una decisión estratégica: su lista a Cámara de Representantes sería cerrada y paritaria, conservando la lógica de la lista al Senado. Fue una decisión mayoritaria; sin embargo, tras la definición de la lista, sobrevino una discusión en torno a quién la debía encabezar, una discusión importante porque el cabeza de lista eventualmente se podría convertir en el único candidato que ingrese a la cifra repartidora, pues para alcanzar un representante el Pacto Histórico necesita superar 100.000 votos. Y aunque algunos de sus “asesores” pronostican hasta 300 o 350.000 votos, la realidad es que esa lista podría alcanzar, en el mejor de los escenarios, la votación mínima para ingresar a la cifra repartidora.
De ahí que el cabeza de lista deba ser una persona que concite consensos, proyecte vitalidad y demuestre la fortaleza territorial del Pacto Histórico. Algo que, hasta el momento, ninguno de sus candidatos ha podido lograr.
El factor Parra y la imposición de Susana Boreal
Debido a la falta de un mecanismo interno de selección y la lentitud en la organización de la lista, el mismo Petro envió un “emisario” con la idea de “organizar la casa” y marcar línea; el elegido fue Luis Eduardo Parra, uno de sus alfiles en la campaña de 2019 (aspiró fallidamente a la gobernación de Santander), ajeno a las dinámicas políticas en Antioquia y reconocido por su carácter autoritario. Al llegar a Medellín, lo primero que hizo el “emisario enviado desde la capital” fue alinearse con Alejandro Toro, estratega del grupo de proselitismo Medellín Imparable y principal enlace de Quintero en la campaña de Colombia Humana. Toro es amigo personal de Juan Pablo Ramírez y Esteban Restrepo, secretarios de Participación y Gobierno, respectivamente.
Pues bien, desde Medellín Imparable (detrás de la idea de Casas Petro), Toro ha posicionado la idea de que el apoyo de Quintero es suficiente para que la lista alcance 300.000 votos solo en Medellín; es decir, prácticamente asume que puede endosar la votación con la cual Quintero llegó a la alcaldía en 2019. Esa idea resulta tan ingenua como descabellada; primero, porque Quintero no puede participar de frente en esa campaña; segundo, la alcaldía de Quintero está fraccionada entre varios sectores políticos, con apuestas específicas a Cámara y Senado, no me imagino a los grupos del senador liberal Iván Darío Agudelo o el representante León Fredy Muñoz (con manejo burocrático en varias secretarias) buscándoles votos a las listas del Pacto Histórico.
El caso es que Parra, con la ingenuidad de quien viene a arreglar una casa que ni conoce, se comió ese cuento y se plegó a la visión de Toro. Así, se la viene jugando porque Susana Boreal, una directora de orquesta que alcanzó cierto reconocimiento en el marco del paro nacional (sin nunca llegar a ser vocera de algún sector artístico), cercana a Isabel Zuleta y defensora de Quintero, sea la cabeza de lista. Así no más. Sin mediar un mecanismo interno o democrático de elección; desconociendo a otros sectores o sin generar un consenso. Posición a todas luces autoritaria que ha generado un auténtico huracán al interior del Pacto Histórico. Huracán que creció desproporcionadamente tras una reciente visita de Petro.
Petro acrecienta el huracán
Petro estuvo en Medellín bajo una agenda confeccionada por Parra y Toro. Visitó la Casa Petro (la que considera su sede más bonita), se tomó una foto con “sus candidatos”; entre ellos, Susana Boreal e Isabel Zuleta, recorrió el sector de El Hueco y se fue. Nada más. No se tomó la foto con otros candidatos, visitó sus sedes o asistió a una reunión de la mesa del Pacto Histórico. Es claro que Petro se plegó a la visión de Toro y que ha priorizado el apoyo de Quintero sobre el respaldo de otras fuerzas. Al parecer, a Petro le resulta más estratégico tener como aliado a un alcalde antiuribista (así sea autoritario, hostigue a la prensa y le haya entregado parte de la administración de la ciudad a la clase política tradicional) que, a ciertos sectores sociales, políticos o regionales.
En su giro pragmático y en el “sumar para ganar” que se ha convertido su campaña de cara a 2022, a Petro le resulta más rentable tener a Quintero como un aliado estratégico, así eso implique sacrificar a otros sectores o la misma unidad del Pacto Histórico en Antioquia.
El lío es que Susana Boreal, la candidata de Quintero e Isabel Zuleta (quien ya se va quedando más callada frente al alcalde), no goza de trayectoria, recorrido social o una actitud que concite la unidad entre las fuerzas que cohabitan al interior del Pacto. Su visibilidad viene dada por una coyuntura en medio del paro nacional, más no por se parte integral de algún proceso social; además, nunca fue una lideresa del paro como la vienen presentando, pues vale recordar que ese fue un proceso espontaneo de una juventud inconforme. Ni el mismo Petro se puede asumir como líder del paro.
¿Qué viene tras el huracán?
No dudaría en afirmar que Petro ya tiene las cartas marcadas. Su candidata es Susana Boreal (hasta estuvo en su lanzamiento de campaña) y la buscará imponer como cabeza de lista. El factor Quintero ahora tiene mucho peso. De ahí que lo mejor que le pueda pasar a la lista del Pacto Histórico en Antioquia es lo que ya pasó en el Valle; es decir, que ante el bolígrafo caudillista de Petro (quien inconsultamente intentó imponer un cabeza de lista), se abra y que cada candidato se mida con su propia estructura desde el voto preferente. Con Petro posicionando el logo y una serie de estructuras desplegadas a nivel territorial.
Es lo más sensato, porque en la huracanada sinfonía del Pacto Histórico, no resulta para nada democrático imponer un director de orquesta.