Estupor e indignación causan las escasas declaraciones del otrora comandante del Ejército Nacional del gobierno Uribe, Mario Montoya, ante la JEP, con relación a los falsos positivos, en la cual en el fondo muestra la cruda verdad que siempre pasa de agache, que es la utilización de jóvenes de bajos recursos para involucrarlos en la guerra.
Si, las mujeres pobres parimos hijos para la guerra, porque no conozco hijos de políticos, poderosos empresarios o de las altas élites del país que hayan ido al monte como soldados a combatir a la guerrilla para finalmente conseguir la anhelada libreta militar, porque para ellos existen los recursos o las palancas para conseguirla.
Para una nación que mata a sus jóvenes, no sólo con violencia, sino también con falta de oportunidades, los usa como carne de cañón, y no solo militares, también guerrilleros, paramilitares, sicarios, policías, delincuentes, que empujados por la pobreza, la violencia intrafamiliar, el desempleo, etc, no tienen más opción que integrarse a un grupo armado legal o ilegal para sobrevivir.
Aquí no me refiero a si los jóvenes militares, por ser de estratos bajos, saben hacer acciones cotidianas como ir al baño. Sino a que son sujetos como todos los seres humanos, que saben distinguir entre el bien y el mal, son inteligentes, contrario a lo que erróneamente afirma el señor Montoya. Es triste ver como muchas madres, principalmente de bajos recursos, encuentran a sus hijos ya fallecidos o en restos óseos, caídos en combates, desaparecidos o víctima de falsos positivos.
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