Jim Amaral presnta en El atrio una exposición domde el hombre sestá desterrado
Para sentirme ciudadana del mundo volví con unos maravillosos amigos al edificio Atrio a ver de nuevo a Jim Amaral y a conocer la colección permanente de arte del Banco de Colombia en el cuarto piso. Ahí en ese bello lugar realizado por el Roger Smith, ya todo es espectáculo de multitudes. La arquitectura y el arte van de la mano con espectáculos dignos de conocer y repetir.
Mientras realizaba mi segundo recorrido en la exposición de Jim Amaral, encontré muchas esculturas de bronce que no había visto, Y, en el recorrido pensaba en los escritos de John Ruskin que se refieren al despego de los artistas nórdicos del siglo XVI que sobresalían en temas terroríficos. Eran tan buenos maestros y espíritus que se dedicaban por entero a la obra.
Había algo de liberación del temor y la aflicción que debe atribuirse También a todos artífices primitivos del mundo. En algunas tribus supersticiosas los ejecutantes del ritual gozan de conjuros especiales que los protegen de los terrores de mundo.
Sobre esa capacidad de desdoblamiento ahora refiriéndose a los artistas, el poeta y crítico de arte francés Baudelaire consideraba indispensable en el arte. “El artista -escribe- en la condición de ser doble y no puede ignorar ningún fenómeno de su doble naturaleza.”
En esta exposición aparece lo lúdico como es poder acercarse sin miedo a tocar muchas las obras pero también aparece lo complejo de una piel trabajada con el esfuerzo de un ser que no respeta lo sencillo. Todas son superficies cargadas de exorcismos, son materiales que llevan una carga específica de agresión. Ninguna forma escultórica tiene el mismo cuerpo de signos y símbolos. Todos llevan su propia carga de horror. Son seres y formas que apelan al miedo de Platón. Miedo a que el conocimiento pueda debilitar tanto la fuerza del artista como la del espectador.
Se trata de una exposición donde el hombre está desterrado. Están los miedos, gritos sospechosos de angustia. La condena a la infelicidad perpetua.
También aparece la ironía del incrédulo. Ese mundo esotérico que recorre mundos secretos que quedan atrapados en el misterio de una quietud incomoda.
Los trabajos en bronce contradicen la obra surrealista. Los muebles tienen el atrevimiento de contradecir la lógica. Las pinturas de las frutas (que se encuentran en una sala de la colección del Banco de Colombia) ya buscan una especie de putrefacción, pero las que se encuentran en el primer piso o en el 50 tienen la angustia en su armadura de tortura y encierro mudo.