La Paz total es la pieza central de la ruta programática progresista y transformadora del gobierno del presidente Gustavo Petro. La misma es el pivote que le da soporte al resto de compromisos y cometidos del Plan de desarrollo “Colombia potencia mundial de la Vida, cuya ejecución retroalimenta y refuerza la hipótesis de la reconciliación y la convivencia que permita erradicar, de manera definitiva, la violencia que azota a millones de colombianos con la masacre, el asesinato de líderes, el desplazamiento y la vulneración permanente de los derechos humanos fundamentales.
Superar la violencia colombiana no es un asunto sencillo dada la complejidad del fenómeno con hondas raíces históricas (decenas de guerras civiles desde hace varios siglos), sociales, políticas, económicas, culturales y geopolíticas (por la evidente incidencia gringa en este grave fenómeno). Un problema con tanta maraña, derivación, manifestación y sujetos involucrados no se resuelve con fórmulas simplistas ni con frases de cajón.
Petro tiene una elaboración clara y consistente de la estrategia planteada y Danilo Rueda, como primer Comisionado de Paz se encargó de irla construyendo e implementando, paso a paso, a lo largo de 16 meses, desde agosto del 2022.
Rueda hizo una fecunda y creativa labor, con método y orden, para construir los escenarios de interlocución y negociación con los distintos agentes concernidos (ELN, Farc, AGC, Pachencas y las bandas criminales) en este tercer ciclo de la violencia que se desato a raíz de las deficiencias en la implementación de los Acuerdos de Santos con Timochenko (2016) y de la dañina arremetida del ultraderechista ex presidente Ivan Duque, quien le declaró la guerra a la paz para hacerla trizas, como en efecto sucedió entre el 2018 al 2022, con graves coletazos en los meses posteriores –los primeros del gobierno de Petro- por la persistencia de las masacres, el aniquilamiento de líderes sociales, el asesinato de excombatientes de las Farc y la implosión de la inseguridad.
La ultraderecha, sus voceros y medios de comunicación han arremetido sin contemplación contra la Paz total, descalificándola, falsificándola con noticias mentirosas, debates grotescos, análisis sesgados y distorsiones amañadas para engañar a las comunidades y la ciudadanía con la intención clara de deslegitimarla y destruirla como una opción cierta de pacificación de la sociedad. Viven de la violencia, de la polarización, del miedo, del temor y de la humillación de las poblaciones más débiles claramente ubicadas en las periferias y las zonas rurales más alejadas.
El ataque, el sabotaje y la oposición reaccionaria a la Paz total es la misma que se hace a las reformas sociales como la de la salud, la laboral, la pensional, la ambiental y a todas las demás medidas incluidas en el Plan de desarrollo “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, que proyectan la masiva transición política a la democracia ampliada, la justicia social y la justicia ambiental, como las bases de un nuevo régimen político y económico que lleve a la superación de la profunda crisis nacional colombiana.
Ahí no hay ninguna novedad. Es lo previsible en un escenario en disputa con las viejas castas oligárquicas desplazadas del gobierno por el trascendental liderazgo del presidente Gustavo Petro, empeñado en proyectar una nueva hegemonía política popular transformadora.
La salida del compañero Danilo Rueda como Comisionado de paz no fue ningún fracaso de la Paz total, como no lo fue en su momento el fracaso de la reforma a la salud con la salida de Carolina Corcho del Ministerio de Salud. Más bien se trato de un ajuste y de una movida lógica y prudencial del presidente Petro para profundizar los alcances de la Paz total con el liderazgo de Otty Patiño, el experimentado y curtido líder de la izquierda democrática colombiana.
La Paz total no está muerta ni agónica como lo proclaman sus enconad@s enemi@s. Goza de plena salud. Esta viva y caminando.
Endilgar los problemas de la inseguridad urbana a la Paz total, como lo están haciendo algunos de los nuevos gobernadores y alcaldes es una completa falacia. Eso tiene otros ingredientes asociados con el deficiente funcionamiento de importantes entidades del Estado carcomidas por la corrupción del narcotráfico y la ilegalidad que en el pasado dio pie a situaciones perversas como los falsos positivos, los montajes judiciales y las masacres en serie de los paramilitares.
Los aciertos.
En 17 meses la PT ha acumulado aciertos incuestionables como la organización de la Mesa de negociación con el Ejército de Liberación Nacional, que ya ha realizado cinco ciclos con resultados muy concretos en materia de Cese bilateral del juego, con Mecanismos de seguimiento y verificación efectivos, y acciones humanitarias en los rios San Juan y Bajo Calima para proteger a las comunidades indígenas Wounaan y afros. Hay en camino un proceso de consultas a la sociedad civil con 55 encuentros sectoriales y regionales de los 77 previstos, a partir de los cuales se deberá configurar el “plan nacional de participación” que debe ser la base de las negociaciones de cierre del proceso.
Con el Eln hay ya, después de muchas décadas de discrepancias, un acuerdo alrededor del delicado y sensible tema del secuestro.
Con las Farc Ep está en funcionamiento una Mesa de diálogos que va por su tercera ronda y con varios Acuerdos y protocolos vigentes, acompañados de un Cese bilateral de fuego al que se le han agregado un Mecanismo nacional de verificación y dos regionales en Bucaramanga y Villavicencio.
Hay un acuerdo contra el secuestro, y la dimensión territorial tiene proyectado unos Planes de transformación territorial en el Cañón del Micay y en otros espacios geográficos mayormente afectados por el conflicto como el Putumayo, Arauca y Catatumbo.
El tema ambiental y la protección de la selva Amazónica es un asunto abordado ya con medidas concretas para detener la deforestación de los parques Tinigua, Macarena y Chiribiquete en los departamentos del Meta, Guaviare y Caquetá.
Por supuesto, lo más importante de los anteriores avances son los Ceses bilaterales del fuego que han sido rediseñado en el uso que se le ha dado a esta figura en otros procesos de paz. Los ceses del fuego decretados por el presidente Petro (seis en total), no obstante, algunos tropiezos, han permitido aliviar las condiciones humanitarias de importantes comunidades afectadas por la guerra, especialmente en el Pacifico y Nariño. En el caso del San Juan y Bajo Calima se requiere, a mi juicio, de un Programa especial de intervención de los territorios en municipios como Docordo, Istmina, Pizarro, corregimientos de Buenaventura y Palestina.
Como bien lo resalta Monseñor Héctor Fabio Henao “hay que reconocer que se ha avanzado y ganado terreno a través del cese al fuego con las distintas organizaciones armadas. Ese ejercicio del cese al fuego ha ayudado a disminuir el impacto sobre las comunidades en lo relacionado con las confrontaciones armadas, lo cual nos parece muy importante. La propuesta es seguir haciendo esos ceses más robustos y cualificados, es decir, garantizar hacerlos con una mayor cobertura y un mejor estar de las comunidades” (Ver https://www.elcolombiano.com/colombia/entrevista-monsenor-hector-fabio-henao-delegado-iglesia-dialogos-paz-total-eln-cn23484006 ).
De otro lado, hay que destacar el respaldo de la Corte constitucional a la ley 2272 del 2022 que da sustento legal a la PT, la que requiere urgentes desarrollos en lo relacionado con la organización de las regiones de paz.
La PT no es ajena a los Acuerdos del 2016 con las Farc. A pesar de sus limitaciones e imprevisiones, especialmente en la parte presupuestal y agraria, el actual gobierno ha hecho grandes esfuerzos para impulsar su implementación con medidas de reforma agraria y de transparencia de los dineros acordados con una nueva reglamentación para los proyectos del Ocad paz que deben beneficiar a 170 municipios Pdet, proyectos (y dineros) que en el pasado reciente, durante el gobierno de Duque y Emilio Archila, fueron objeto de la más descarada corrupción permitiendo el enriquecimiento de algunos gobernadores (Guaviare), alcaldes, parlamentarios, funcionarios de planeación y agentes de la contraloría, asunto que aún está pendiente de esclarecer de acuerdo con los anuncios del actual Contralor General de la Republica, Dr. Zuluaga y de las Veedurías ciudadanas que han denunciado con mucha valentía todas las fechorías delincuenciales con los dineros de la paz confiados al Ocad correspondiente.
Los esfuerzos de paz con los Urabeños, los Pachencas y las bandas criminales de Medellín, Chocó y Buenaventura registran otras características bien complicadas desprendidas de su fuerte vínculo con los clanes políticos imperantes en los territorios y con agentes estatales corruptos asociados con los organismos de seguridad. Sin embargo, la Paz total los tiene en su órbita para desatar los nudos que propician su arraigo político y social.
Predicción política en la Paz total.
Siendo la paz total una pieza con tanto vigor institucional la misma amerita un ejercicio de “predicción política” que la proyecte en el horizonte histórico con nuevas ideas y esquemas mentales coherentes. García Linera nos sugiere al respecto que “la política es fundamentalmente la disputa por el horizonte predictivo de una sociedad, el monopolio del horizonte predictivo, que no es más que la capacidad de imaginar lo que viene de aquí a un año o dos” (ver https://www.lahaine.org/mundo.php/garcia-linera-siempre-hay-una ). Pero ese horizonte predictivo debe tener unas salvaguardas para evitar que la Paz total se esfume como lo sueña la derecha fascista.
El horizonte predictivo de la PT ha sido planteado por el nuevo Comisionado de paz, Otty Patiño, quien ha propuesto volcar hacia los territorios (locales y regionales) la paz; enfoque que ya se refleja en la construcción de programas de transformación territorial con intervenciones estructurales del Estado y el gobierno en el Micay, el Pacifico, Nariño, Putumayo, Norte de Antioquia y el Catatumbo.
En los territorios de la periferia es prioridad para la paz desarrollar planes con una presencia integral del Estado, implementando acciones que aborden situaciones concretas, transitorias, pero que se enfoquen mucho en lo estructural. Es decir, los territorios requieren con urgencia acciones y transformaciones estructurales. Porque si no se intervienen estas situaciones estructurales, va a ser muy difícil evitar que se presenten situaciones complejas de violencia.
En reciente visita al departamento de Arauca el presidente Petro dejó abierta la posibilidad de realizar consultas populares territoriales para decidir el tema de las armas en los términos en que la participación ciudadana prevista en las mesas lo oriente. Se trata de una iniciativa verosímil y novedosa que el exministro conservador Juan Camilo Restrepo ha calificado como una revolución copernicana en la manera como se ha venido intentando organizar la llamada “Paz Total”. Seguro que lo es, aunque la acidez de Restrepo lo pone a caricaturizar y descalificar precipitadamente la propuesta de Petro (Ver https://www.elnuevosiglo.com.co/columnistas/paz-plebiscitaria-o-gerencia ).