Canciones como Pedro Navaja (1978), de Rubén Blades; Pedro candela (1973), de Reig Roig; Toño bicicleta (1978), de Rubby Haddock, y Juanito alimaña (1983), de Héctor Lavoe, suenan con fuerza en las esquinas de nuestros barrios populares y fueron un hit en su momento, en el género de la salsa brava, pero hoy en día suenan con una fuerza que parecen canciones nuevas, y el paso de las décadas no las ha podido borrar.
El auge de las pandillas y el narcotráfico en América Latina, sumado a la profunda violencia que todo esto generó, llevó a la creación de unas letras que inmortalizaron la figura del maleante o del “pillo” o “el duro” en canciones que recreaban su cotidianidad, y su vida en el barrio pobre, marginado y que el estado solo hacia presencia con sus fuerzas policiales para reprimir a la población en general.
En toda América Latina hubo y hay una calle luna, calle sol. Existe un Juanito alimaña, y un Toño bicicleta que viven de sus fechorías, de sus robos, extorsiones y atracos, y mantienen aterrorizados a todos los habitantes de los barrios, comunas, caseríos y favelas de las grandes urbes de Latinoamérica.
Cuando pasan los años, y figuras de la salsa empiezan a morir de viejos como Johnny Pacheco, Roberto Roena, Ismael Quintana en los más recientes años, sus canciones siguen sonando con mucho vigor en las esquinas, donde las balaceras, muertes y todo tipo de violencias dejaron una gran marca significativa. Sus éxitos quedan como huellas de lo violento que fue nuestros barrios, y que en muchas zonas todavía lo siguen siendo.
La canción de Juanito alimaña nos habla de un delincuente, que roba, atraca y roba, vive a lo bueno, porque goza de total impunidad, porque todo el mundo le tiene miedo en el barrio, era la completa autoridad, la policía no hace nada porque incluso tiene un familiar suyo en esta entidad, lo que muestra lo débil y corrupto de las instituciones de un país, todos hemos crecido viendo algunos de estos personajes malignos.
Que, en mi caso, muchos de nosotros niños y jóvenes de la ciudad de Medellín admirábamos y soñábamos en ser uno de esos pillos, ser amados y temidos. Pero al final, todos los juanitos alimañas tenían existencias muy efímeras, y eran reemplazados rápidos en la escena. La canción sigue sonando con mucha fuerza en mi barrio, y en todos los rincones de Latinoamérica. Para el próximo año, la canción va cumplir 40 años, y a pesar de sus 4 décadas, se mantiene joven y vigente.
Con el paso de los años fueron surgiendo nuevos ritmos musicales en estos callejones estrechos, y fueron atrapados por el hampa, y toda una nueva generación de maleantes entró en escena, y fueron retratados por la música Hip-Hop y sus exponentes. Canciones como Tony presidio (1998), de Vico C y Julito maraña (2004), de Julio Voltio y Tego Calderón llegan a la nueva generación de jóvenes e inmortalizan nuevamente al rufián de turno.
Las personas y las modas cambian, pero la maldad continúa existiendo y mutando de cuerpo en cuerpo, con el paso de los años las nuevas bandas de “pillos”, que con sus acciones delictivas dan contenido para los nuevos artistas, ayer con la salsa y hoy con el hip-hop.