A principios de este siglo Edison Ramírez compró un edificio viejo de la calle 67 con carrera 11. Allí, en la década del 50, vivían familias de misa diaria. Aún quedaban abuelos solitarios que cada vez que se cruzaban en la calle con un trans se echaban la cruz. Ramírez tenía amigos en su inmenso parche que habían sufrido las penas de ser gay en Bogotá: cada vez que arrendaban un apartamento el dueño le cobraba el doble. A algunos ni siquiera les abrían la puerta cuando iban a preguntar por un piso. A una pareja trans muy cercana a él los arrendatarios le habían pedido que no abriera las ventanas porque a los vecinos les daba asco verlos. Según encuestas el 52% de los bogotanos no quiere tener a un gay de vecino.
Ramírez, entonces, empezó la revolución. Corrió la bola entre la comunidad LGBTI, hartos del desprecio de sus vecinos, de que había un edificio en Chapinero que empezaba a ocuparse sólo para ellos. En menos de un mes los veinte apartaestudios de Estudio 55 ya estaban ocupados. La tuvo clara. Luego compró un edificio de la 44, entre 13 y Caracas, después vino el de la Séptima con 68, la 58 con 8 y la Séptima con 43, justo frente al edificio de la Javeriana. Poco a poco empezaba a conformarse Chapigay
Hace veinticinco años los guetos gays se hacían en Cedritos pero la apertura del Body Tech de la calle 63 – conocido entre los gays como Barbie Tech- empezó a atraer a miembros de la comunidad. La consolidación rosa del barrio ocurrió en el 2002 cuando el propio Ramírez compró el cine Teatro Metro Riviera de la Calle 58 con carrera 13 y lo convirtió en una inmensa discoteca con 13 salones en donde se vive la rumba gay más intensa de Latinoamérica. Empezaba Theatron.
La discoteca de Ramírez le da trabajo a 140 personas y ahí se han presentado artistas como Boy George, Fito Páez, Andrés Cepeda y Ru Paul. Cada sábado más de 5.000 personas agolpan sus salones. La rumba explota después de las doce de la noche.
Si Madrid tiene el barrio de Chueca, Nueva York Greenwich Village, o en San Francisco el Castro, Bogotá tiene a Chapinero. La idea de Ramírez fue una revolución: Colombia es uno de los destinos que más buscan los homosexuales en el mundo. El año pasado vinieron más de 300 mil de todas partes del mundo llenando los 20 hostales que hay en Bogotá, Medellín y Cartagena, el Entremonte Wellness Hotel y Spa en Apulo Cundinamarca. Con toda la homofobia que respira un colombiano promedio Colombia es el destino rosa de Latinoamérica.
Mucha agua ha corrido desde que en 1992 Edison Ramírez se agolpaba en el espacio relativamente estrecho de la discoteca Cinema, en la 76 con 12, el único rumbeadero gay que había en esa época. Luego el propio Ramírez creó una disco más grande a la que bautizó El Lago y después todo explotaría con la creación de Theatron y el edifico Estudio 55.
El propio Ramírez recorre los edificios donde viven sus arrendatarios vigilando los pequeños daños que deja el paso de sus inquilinos. No hay inmobiliarias de por medio y apenas el 8 por ciento de sus inquilinos son heterosexuales. Cada uno de sus edificios cuenta con una lavandería en donde, por 12 mil pesos, pueden lavar y secar la ropa. La ola gay se ha extendido hasta Chapinero alto, lo que llaman Gay Hills. Chapinero, el antiguo barrio lleno de familias temerosas de Dios, que parecía desmoronarse hace 20 años, se reinventó gracias a la idea de Edison Ramírez y de los Gays que ahora, quién lo duda, han transformado a Bogotá en una capital que explota de rumba cada sábado en la noche.