Del libro “El hombre que no fue jueves” de Juan Esteban Constaín.
Esta maravillosa novela, parece estar midiéndole el aceite a nuestro país, que se prepara para tomar una histórica decisión.
Aunque su libro no tiene nada que ver con Colombia, habla sobre un episodio en la vida del escritor británico G.K. Chesterton y sus experiencias entre los corredores del poder en el Vaticano, narrado por el alter-ego de Juan Esteban. Escrito, a veces, otras no, dentro del la mente de Mr. Chesterton, quien, por razón de su compromiso con SS Pio XI, de investigar la posibilidad a que un pueblo entero sea elevado al nivel de santidad durante la Guerra Santa, súbitamente se encuentra en un callejón sin salida. “La verdad, –diría él– sin que le importara un bledo su impopularidad o su incorrección política, no era del todo clara, ni es todo falsa”.
¿Y qué tiene Chesterton que ver con la elección presidencial? Nada y todo. En una forma u otra Esta es la vida y la época que nos tocaron en suerte o en desgracia (parafraseando a Juan Esteban), y tenemos que hacerle frente.
El titulo de este comentario puede ser interpretado a favor o en contra de uno o del otro candidato, la verdad subjetiva de hecho no es clara, ni es todo falsa. Tal es la disyuntiva que nos toca enfrentar.
Chesterton, dice Constaín, “abrazaba la creencia de que no todo es falso: que nada hay en el mundo que inspire mas fanatismo e irracionalidad que la razón misma”. Que cuando la razón se convierte en ideología, esta puede convertirse en fanatismo e irracionalidad.
Entonces, ¿cómo decidir…? Pues escuchemos la historia de Julián e Isabella, tal vez nos ayuden a encontrar una razón. Ambos por primera vez en su vida van a votar en los comicios presidenciales.
¿Cómo decidir? —pregunta ella.
Es fácil…busca la verdad —responde Julián.
¿Y cómo sabe uno cual es la verdad?
Hay una sola verdad, —responde él—. Te lo digo y lo repito, la verdad es lo que uno cree.
No, no puedo, —dice ella—. Tu dices querer a todo el mundo, pero el amor le cobra caro a la razón. Tu eras suave y cariñoso antes de la discusión.
¿Qué quieres que te diga? —insinúa Julián.
Una cosa, una cosa solamente, —responde Isabella—.
¿Cómo era la vida antes de la guerra?
Yo no sé, —dice Julián—. No había nacido.