Las grandes actrices han protagonizado tórridos romances con sus directores más queridos. Así fue Ingrid Bergman con Roberto Rosellini, o Ingmar Bergman con Liv Ullman. La lista es casi interminable. En Colombia el caso se dio con María Cecilia Botero y David Stivel. A sus 68 años, refugiada en su casa en Santa Bárbara, la actriz sigue teniendo una belleza cautivadora.
Eso de la nostalgia no va con ella. Aunque ha sido crítica con los canales más importantes de la televisión nacional, Maria Cecilia vive holgada. Su actuación en el éxito de Disney Encanto la puso más vigente que nunca entre las nuevas generaciones. Durante los años de Duque se le vio haciéndole resistencia, apoyando activamente la opción de Petro y la de un cambio de modelo político. Esa actitud rebelde siempre ha acompañado a María Cecilia. Acaso esa fue una razón por la que su gran amor fue un hombre 25 años mayor.
A David Stivel también le gustaban las muchachas rebeldes, y las actrices, por supuesto. El primero de sus cinco matrimonio que tuvo fue con una actriz, la argentina Bárbara Mujica en 1965 siendo un veinteañero. Hijo de un sastre busca vidas, que se la pasó recorriendo la Argentina buscando un mejor futuro, desde los 16 años se vio inclinado a la actuación. Soñaba con ser un gran director del cine. El matrimonio no funcionó.
Estaba muy joven y se involucraba tanto en los proyectos que era imposible no sentir la carne. En 1976 se vuelve a casar, esta vez con otra actriz, Zulema Katz, con quien tuvo un hijo, Alejo Stivel quien es actualmente productor y director. Ese fue un año terrible para David.
David Stivel y María Cecilia Botero cuando recién empezaban
David Stivel y su militancia comunista
Era terco cuando opinaba, un comunista que no comía cuento. En 1975, con el golpe militar en ciernes, David Stivel fue amenazado de muerte. Su nombre apareció en la lista de la Alianza Argentina Anticomunista. De esa lista salieron muchos de los 8.589 argentinos que fueron desaparecidos durante los años de dictadura. Si David no hubiera viajado hacia Colombia seguramente sería uno de ellos.
En Colombia, con su curriculum, inmediatamente las programadoras confiaron en él. David era una estrella que ayudó a potenciar aún más la televisión nacional. Por eso sedujo a la más hermosa de todas en la década del setenta, Virginia Vallejo. Se casaron en 1978 pero la pareja empezó a tener problemas. Uno de ellos se llamaba Pablo Escobar.
En 1981 la diva conoce a Escobar quien fungía en esa época como un líder comunal con aspiraciones políticas que escondía una verdad aterradora: era el narcotraficante más grande del mundo. A Virginia le confió la misión de manejar su imagen y convertirlo en un hombre con potencial presidenciable. Era la época en la que Pablo, además de plata, quería poder. Y el poder, para él, se reflejaba en tener la mujer más linda del país, como si fuera un objeto. David tuvo que vivir la presión de Pablo Escobar ya que lo obligó a firmar el divorcio con Vallejo en 1982.
En ese momento, después del descalabro en las Islas Malvinas en una guerra absurda contra Inglaterra, la junta militar se disolvió en Argentina. David quiso regresar pero ya había conocido al que sería el amor de su vida, María Cecilia Botero.
En once años de casados la pareja, cuenta María Cecilia, solo tuvo una pelea al inicio de su relación y nunca se volvió a repetir. Matrimonio que acabó no por falta de amor, un cáncer de riñón le causó la muerte al escritor, productor y director al que solo le dieron 15 días de vida por tener metástasis en el sistema óseo, pero duró casi un año a su lado. David murió en 1992.
Ante el gran dolor y vacío que le dejó David, quedó el mejor regalo: Mateo, su único hijo que quedó huérfano de padre a los 8 años de edad. Y fue hasta tres años después de la muerte que María Cecilia encontró otra vez el amor en el economista Mauricio Reina, pero nunca como el que ni siquiera pudo gastar en su exesposo y que seguirá amando por el resto de su vida.
