Luis Fernando Pradilla en 1972 cuando tenía catorce años realizó la exposición de Botero más grande existente en ese entonces y nadie pudo superarla hasta el año 93. Desde ahí el artista Fernando Botero, se convirtió en pilar fundamental para su carrera en el mundo del arte. Con más de cuarenta años de experiencia y 25 como galerista, el mes pasado reinauguró la nueva sede de su galería El Museo en la ciudad de Bogotá. En ella ahora cuenta con la exposición más grande del mundo del artista colombiano internacionalmente reconocido Nadin Ospina.
Este hombre tiene una comprensión tan profunda de la obra de Botero, que con solo ver el pincelazo de sus obras sabe si el maestro la hizo o no. Coleccionistas de todo el mundo lo buscan por su conocimiento asustados por ese mercado de falsificación del arte, del cual Colombia intensamente hace parte.
Pradilla apoya rotundamente el proceso de paz que se viene adelantando. Lo supone como el camino oportuno para que el mercado del arte nacional se valorice, vengan más galerías y visitantes internacionales a las ferias que se realizan aquí. En la década de los noventas en el periodo del Proceso 8000, la mayoría de sus clientes salieron de Colombia lo cual afectó notoriamente su negocio y el mercado de comercio de arte local. Esto demostrando la relación de amores y odios del arte y la política.
Su amor por el coleccionismo viene desde muy joven. Recuerda como en los setentas en el hotel El Regio en el centro de Bogotá, se podían vender y comprar con libertad obras precolombinas. Para él las nuevas leyes y políticas del Estado sobre el patrimonio perjudican más de lo que favorece la cultura. Por ejemplo el hecho de que todas las piezas precolombinas sean consideradas patrimonio de la nación, hace que la guaquería se incremente. Si encuentran una pieza de oro, no la dejan dentro del país sino que la funden o venden a coleccionistas extranjeros.
De Murillo el artista de la Paila que ha estado últimamente en boca de muchos porque el actor del Titanic Leonardo Diaprio pagó casi 800 millones de pesos por una de sus obras y que la semana pasada hizo un experimento en colegios del sur de Bogotá. Cree que el precio de su arte no depende de él sino de la manipulación del mercado, lo cual lo está “madurando biche”; para el Murillo es un artista todavía por hacerse y con la responsabilidad de mantener ese nivel ahora que tiene todos los ojos sobre él.
Apoya la polémica idea del traslado de algunas piezas de San Agustín al Museo Nacional para una exposición. La ve como una acción positiva que permitiría acercar el patrimonio a personas que no tienen la posibilidad de viajar a conocerlas.
Hace aproximadamente tres semanas (25 al 28 de octubre), hubo en Bogotá un fin de semana de ferias de arte en la ciudad. Se estrenó una, la cual entró al “mercado” a romper paradigmas a nivel de precios de arte. La Feria del Millón donde las obras o piezas expuestas tenían un valor máximo de 1 millón de pesos; buscó (y estoy segura que tendrá próximas versiones) entonces buscará la creación de una nueva red de coleccionistas que compren el arte no por su precio sino por su innovación. Luis Fernando toda la vida rodeado de obras de altos precios económicos, reconoce la del Millón como una gran oportunidad y plataforma para que artistas nuevos, entren y permeen la esfera del arte. Cuando le pregunté si me mencionaba o en mis palabras puntuales si “rescataba” tres artistas de esta nueva feria, sólo sonrío… ante mi insistencia, me confesó que compró varias fotos del biólogo Federico Pardo, quien lleva más de diez años con la cámara al hombro, buscando capturar los más representativos instantes de tiempo en Armero después de su tragedia. Los colectivos de arte contemporáneo que se forjan en el país y que se autodenominan independientes y de arte emergente (les menciono dos bastante interesantes: la Usurpadora en el caribe colombiano y Miami en Bogotá) los piensa como llenos de energía y revolucionarios, a tal punto que rompen estructuras en el arte establecido, que le da un nuevo aire a escena.
Este amante ferviente del arte que lo entiende como la manifestación más sublime del ser humano, vislumbra un futuro maravilloso en el tema en el país. Los centenares de visitantes a las recientes Ferias Artbo, La Odeón y la del Millón demuestra el interés creciente de los colombianos por el arte y todas sus formas de expresión.