Carlos Castaño, su hermano menor, al final es el único testigo de su muerte. Él contó una y otra vez al que conocía como un guerrillero le metió un tiro al hombre más duro de Amalfi con un disparo al corazón. Las palabras siempre venían acompañadas de un gesto teatral. Se ponía los dedos a la altura del pecho. En sus memorias, uno de los libros más vendidos en la historia de este país de iletrados, relata cómo él mismo exhumó el cadáver. Decía que mientras sacaba los restos caía un diluvio despiadado, incesante. No contó más detalles. No describió el lugar. Sólo fue una de esas frases huecas que al menor de los hermanos Castaño Gil le encantaba decir.
Todo es muy extraño. Fidel Castaño Gil desapareció semanas después de haber conseguido lo que ningún hombre de armas habría logrado: cazar a Pablo Escobar. Fidel, campesino discreto convertido en narco duro y en asesino despiadado por culpa del secuestro y posterior asesinato de su papá por parte de las siempre imprudentes y brutas Farc, creía que el país le debía el haber extirpado de raíz el veneno del comunismo y sacar del camino al feroz Escobar. En las fiestas que hacía en su finca en Córdoba se ufanaba con sus invitados “gracias a mí esto no se volvió como Cuba”.
Pablo Escobar, en los años en los que era uno de sus más frecuentados amigos, le puso un apodo macabro, Fidel 2.000. Según el capo este había sido aproximadamente el número de muertos de la UP que él, con sus propias manos, había matado. A Fidel, quien también le decía Rambo, nadie le podía apagar las ganas de matar comunistas. Si bien Gonzalo Rodríguez Gacha emprendió la cruzada por motivos económicos, estaba realmente cansado de las megamillonarias extorsiones de las FARC, su móvil era sólo por plata. Fidel si creía que había que acabar con la Unión Patriótica porque no hacía ninguna diferenciación entre ese partido político y la propia guerrilla.
El Tigre de Amalfi, con ganas de entrar a los círculos de poder, se convirtió además en un experto marchante de arte. En las subastas europeas era común verlo pujar en las subastas y según Billy Wilder, el legendario director de Hollywood, fue el principal causante de que los precios de los cuadros de Botero se dispararan ya que siempre sobrepujaba por sus gordas. Tuvo tanta influencia Fidel Castaño que dicen que hasta fotos al lado de Salvador Dalí, en su casa en Port-Ligar, tiene.
Con su hermano Carlos planeó asesinatos que sirvieron para acabar cualquier intento político de la izquierda. Fueron los grandes causantes de la perpetuación de la guerra. Golpes como los asesinatos de los candidatos presidenciales Bernardo Jaramillo Ossa o Carlos Pizarro, además de los más de 4.000 dirigentes políticos de la UP, acabaron con cualquier voluntad de diálogo y le dieron a la guerra otros 30 años en donde las FARC se fortalecieron como un ejército sin norte político.
Pero, a todas estas, ¿por qué pensamos que Fidel Castaño puede estar vivo? Es que cinco meses después de que Carlos Castaño dijo que a su hermano se lo había tragado la selva la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado de EEUU entregó un expediente titulado “Perfil de Fidel Castaño, el gran matón de la droga” y lo trataba como si estuviera vivo. La Fiscalía acusó a Fidel en 1997 del asesinato de un ex sacerdote jesuita en Bogota que defendía los derechos humanos. Una fuente del servicio secreto londinense le contó al investigador Steven Dudley que Fidel había fingido su muerte y para no pagar ninguno de sus crímenes había viajado a Israel donde tenía un terreno y que incluso viajaba con otra identidad a Portugal donde se dedicaba a su otra pasión: el arte. Un agente de seguridad también le dijo a Dudley que políticos influyentes de Córdoba hablaban en reuniones como si supieran que Fidel estuviera vivo y siguiera teniendo influencia en la región. En Valencia, el pueblo donde ejerció mayor control, los campesinos nunca creyeron su muerte y decían, acaso no sin razón “Si los guerrilleros lo hubieran matado, ¿no creen que ya hubieran dicho algo?” y las FARC, que tanto lo odiaban, nunca se ufanó de haber asesinado a su peor enemigo.
Según el periodista Gonzalo Guillén Fidel Castaño fue herido en un combate por las FARC o por EPL -nunca se pusieron de acuerdo en esa versión- en 1994 y que había sido recogido por un helicóptero militar y llevado herido a un Hospital Militar Central en donde se recuperó. Las Fuerzas Armadas denunciaron a Guillén -quien publicó el artículo en La Prensa, periódico de la que era editor- aunque un juez terminó absolviéndolo. Dice Guillén en un artículo del 2018: “Por la misma época un buen amigo médico que trabajó en ese hospital me confió durante una cena: “te puedo jurar que Castaño fue recuperado y salió caminando del hospital”. El propio obispo Isaías Duarte Cancino, asesinado por las FARC e íntimo de los hermanos Castaño le dijo en 1998 a Guillén en tono de confidencia “él quedó muy mal herido en un combate, los militares lo recuperaron y ahora vive en Portugal”
Difícilmente se podrá comprobar esto, lo único realmente cierto es que nunca se vio un cuerpo y el único testigo de eso fue su hermano. Pocos le creyeron.