Latinoamérica siempre fue la pasión de Lan Hu, quien empezó como docente universitario pero un ganarse el concurso como profesional en el Ministerio de Relaciones Exteriores de China, en Beijing a mediados del año 1997 le cambió su destino como académico. Sus avanzados conocimientos de la región y el sorprendente nivel de español que tenía a sus escasos 23 años lo llevaron muy lejos, muy rápido.
Su primera misión fue Bolivia a donde llegó con apenas un año de experiencia diplomática. Regresó a China en el 2000 para asesorar el Departamento de América Latina y el Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores chino y a los cinco años ya estaba de nuevo de viaje a un destino hispano parlante. En el 2005 fue nombrado Segundo Secretario en la embajada de China en España en la que estuvo poco más de un año antes de viajar a Costa Rica hasta el 2009 cuando fue requerido de nuevo en Beijing para dirigir el departamento de América Latina, el mismo que pocos años atrás había asesorado en un cargo bajo.
Tres años después, en el 2012, llegó a Venezuela como Consejero del embajador. En Caracas vivió 4 años antes de volver a China en el 2016 para ejercer como Subdirector Regional de América Latina y el Caribe, uno de los cargos más altos en el escalafón diplomático chino. Durante los dos años que estuvo en dicho puesto, sus asignaciones siempre estuvieron alineados con Colombia, pero no por ninguna casualidad.
El 2020 sería un año de mucha importancia para China y el gobierno de Xi Xinping estaba preparado. Apenas se conocían datos del coronavirus cuando, a finales del 2019, el embajador Lan Hu se le notificaba que, empezando el 2020, se mudaba con su esposa y su hijo de regreso a Latinoamérica, pero esta vez con destino a Bogotá. Fue nombrado embajador de la República Popular China en Colombia a donde llegó a celebrar los 40 años de amistad diplomática entre las dos naciones.
Pero más allá que velar por las buenas relaciones, Lan Hu tiene que salvaguardar los millones de dólares de inversión que desde el gigante asiático fluyó aceleradamente en el último año. Por primera vez se materializó el brazo minero de China en el país. La minera Zijin Mining apenas había comprado los derechos de la multinacional Continental Gold que tenía licencia de explotación de la inmensa mina Buriticá, Antioquia y la inversión fue astronómica: al menos USD 1.400 millones.
Sin embargo, la explotación de la más grande mina de oro colombiana es de lejos el único mega proyecto recién asignado a las manos chinas en Colombia. El metro de Bogotá, catalogado como uno de las más importantes y costosas prioridades del país se desarrollara por medio de una alianza de las compañías China Harbour Engineering Company LTD. (Chec) y China Communications Construction Company Ltd. (CCCC).
Hoy la presencia de China en Colombia está más fuerte que nunca. Además de las instituciones educativas y agencias de cooperación chinas en el país, la Cámara de Comercio Colombo-China y la Asociación Empresarial Colombo-China velan por las cerca de 50 empresas chinas con inversiones mayores a los 10 millones de dólares que, en el mercado colombiano, compiten en las áreas de infraestructura, telecomunicaciones, vehículos automotores, petróleo, servicios y minería.
Pero los chinos no estarán solos en Colombia en negocios. El embajador acaba de inaugurar la semana cultural china con una ambiciosa programación que cubrirá temas de desarrollo tecnológico e innovación, así como el conversatorio acerca del Manejo del Covid19 en la pospandemia. Otro de los eventos que tendrá esta semana cultural será el lanzamiento del libro Las Memorias de Zapata en China, que contará con el Decano de la facultad de Humanidades de la universidad del Valle, Darío Henao Restrepo.