El Hombre Caimán: un pobre viejecito

El Hombre Caimán: un pobre viejecito

La gente dice que lo han visto en los mares, pescando gripas, echando cuentos, recorriendo veredas y pueblos, como quien apenas logra sobrevivir de la caridad

Por: Norberto Molina Guerrero
febrero 07, 2022
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El Hombre Caimán: un pobre viejecito
Foto: Instagram/@alvarolemmonoficial

Había una vez un pobre viejecito al que le decían el hombre caimán, era uno de esos costeños bacanos, buena gente, se echaba unos chistes espectaculares, siempre acompañado con una guitarra y a todo el mundo le caía bien.

El pobre viejecito no tenía nada que comer, apenas si le servían lechona, pollo frito, pargo rojo asado, pargo azul frito, ñame morado, yuca cocinada, y arroz ventiao.

En su juventud apenas si pudo conseguir un miserable empleo como presentador en una cadena de televisión, de esos programas donde pagaban la miseria de cuatro salarios mínimos.

Aquel pobre viejecito, al que le decían el Hombre Caimán, solo pudo comprar una casa, un carro y escasamente darle estudio a sus hijos.

El pobre tipo apenas si trabajó un poco más de 40 años en la televisión, haciendo reír a la gente, pero por dentro era como el payaso embustero, pues estaba sufriendo penurias porque el miserable salario apenas le daba para hacer parrandas día de por medio.

Y así pasaron los días y las noches hasta que lo cogió la vejez en la misma miseria con que había iniciado su juventud, ganando escasamente cuatro salarios mínimos y por más que lo intentaba no le alcanzaba para hacer parrandas todos los días.

En fin, la programadora de televisión le dio una pobre y miserable liquidación por sus servicios como humorista, unos cuantos millones, y el tipo, con fuerzas aún y sin saber qué hacer, se marchó en medio de un llanto estrepitoso.

Por ahí la gente dice que lo han visto en los mares, pescando gripas, echando cuentos, anécdotas, chistes, recorriendo veredas y pueblos, como quien apenas logra sobrevivir de la caridad.

Inclusive, le hicieron un video vendiendo mochilas en la calle. ¿Era él?, más bien se parece a una de esas leyendas urbanas, sí, en eso se convirtió aquel miserable hombre.

Y como se refiere en términos metafóricos Rafael Pombo, hablando de la pobreza, nosotros somos esos pobres viejecitos, que con tenerlo todo, sufrimos pobreza espiritual, nada nos complace, de todo nos quejamos, y lo más triste, en términos del novelista Victor Hugo, si seguimos así, moriremos como unos miserables.

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