El holocausto puede repetirse

El holocausto puede repetirse

¿Dimensionamos lo que pasó en los campos de concentración de la época nazi?

Por: CARLOS ANDRES GALESO MORALES
octubre 17, 2014
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El holocausto puede repetirse
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No basta con recordar o hacer memoria de Auschwitz a través de filmes, editoriales en periódicos y revistas, libros, monumentos, museos etc. Es necesario crear consciencia de circunstancias y sucesos que permitieron el exterminio de un grupo social [judíos] por un pensamiento genocida y que tal ideología no se perpetúe en el decurso del tiempo tal cual como se evidenció en hechos similares ocurridos después de la II Guerra Mundial. Ejemplificando, el genocidio camboyano (1975 – 1979), la masacre de Srebrenica (1992) y la limpieza étnica (1992 – 1995) acontecidas en la Guerra de Bosnia, la aniquilación de la población tutsi en Ruanda (1994) y para el caso colombiano, la destrucción del grupo político de izquierda Unión Patriótica (UP), entre otras tantas masacres, por citar algunos episodios que reflejan la repetición de la barbarie extrema.

Según el planteamiento de Reyes Mate, Auschwitz representa la extremada crueldad, inhumanidad y salvajismo que “terminó con un proceso histórico de violencia”. Un acontecimiento particular, incomparable e incomprensible por el desconocimiento de sus causas históricas, pero que evoca el fracaso del proyecto europeo de modernidad, la decadencia de la Ilustración, el surgimiento del Romanticismo y la búsqueda de nuevos pensamientos filosóficos.

Mate, al participar en la 1ª Conferencia del III Seminario de Filosofía de la Fundación Juan March, trae a colación la tesis de Rosenzweig que señala el pensamiento idealista tentado por el totalitarismo, lo que implica “reducir la pluralidad de la vida a un solo elemento [llámese agua, Dios, naturaleza, proletariado o raza] para poder pensar”, doctrina que indudablemente origina todo tipo de violencia en la humanidad. Por su parte, reflexiona sobre la teoría de Benjamín al referirse al idealismo del pensamiento occidental, el cual considera que “lo importante es el sujeto transcendental y no los sujetos reales”, igualmente al afirmar que “el progreso tiene un costo humano y material”, filosofías que no imposibilitan que la atrocidad se repita, se mantenga y se acreciente. El autor, también acude a Kafka, quien definía al hombre no como un ciudadano, sino, como “un ser reducido a su condición animal, a nuda vida, a puro cuerpo del que ha huido toda chispa divina”.

Tales ideologías son retomadas por Mate para establecer que las mismas no se homologan a lo ocurrido en Auschwitz: “seres humanos reducidos a la animalidad y transformación del hombre civilizado en hombre criminal”. Una política de segregación, violencia, crueldad, confrontación con la ciencia y la civilización, encadenamiento del hombre: la total anulación del ser humano. Hoy día observamos como la barbarie sigue manifestándose en el comportamiento del ser humano al conocer de las cruentas violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado Islámico o la desaparición de los 43 estudiantes en el Estado de Guerrero (México), por mencionar algunas situaciones que alarman si no hemos escapado de la inhumanidad.

No obstante, a que la historia ha coadyuvado al olvido de lo sucedido en los campos de concentración y exterminio de Auschwitz, es menester hacer memoria para el conocimiento y la verdad, por aquellas víctimas que merecen ser significativas en los procesos de aplicación de justicia, máxime cuando el proyecto hitleriano pretendía la absoluta indiferencia y olvido de los crímenes cometidos. En efecto, se requiere la construcción de una cultura de memoria encaminada a fragmentar el pasado [limitar el olvido y recordar a las víctimas del campo] y a reconocer la deuda que la humanidad aún mantiene con los millones de muertos que reclaman que allí se produjeron las más impensadas injusticias: interiorizar la inhumanidad; renunciar a la dignidad y al respeto de sí mismo; seres indiferentes a la vida y la muerte; negar su pertenencia a la especie humana. De igual forma, dentro de este proceso es insoslayable admitir que cualquier declaración de estado de excepción infiere la suspensión de los derechos y libertades de los ciudadanos, una realidad inobjetable que como “símbolo de la política nazi” afrontaron los oprimidos en el campo, al punto de desafiar la existencia de un Dios omnipotente.

De contera, es forzoso acompañar la conclusión de Mate, al estimar que después de Auschwitz es necesario reorientar el pensamiento y la acción para que el Holocausto no se repita. Para ello es indispensable que la humanidad asuma la responsabilidad por lo acontecido en los campos de concentración y exterminio, plantearse la ética y la moral a partir de lo que padecieron las víctimas [experiencias de inhumanidad en el campo], es decir un nuevo ideal de libertad, dónde a todos los hombres se les garantice que son sujetos de derecho, el respeto a sí mismos y el convencimiento de la dignidad humana.

Todo seguirá siendo campo, mientras el hombre aún continúe esclavo del olvido y el silencio, de sus complejos y miedos, de la corrupción, el clientelismo y la politiquería, de su falta de compasión y sensibilidad ante el sufrimiento de los demás.

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