Álvaro González no ha necesitado ser presidente de la Federación Colombiana de Fútbol para convertirse en uno de los dirigentes deportivos más poderosos del país. Sabe moverse por debajo de la mesa. Pone y quita técnicos en la selección de mayores y ha visto antes sus ojos el paso de seis diferentes presidentes en la federación. Sus ambiciones van más allá de un puesto o un jugoso salario: a González le interesa ser el poder detrás del poder.
A sus 76 años, el manizalita de voz y pulso fuerte, lleva más de medio siglo en el negocio del fútbol y desde 1985 está al frente de la Difútbol —división aficionada—. A principios de 1987 ayudó a tomar una de las decisiones que transformaría a la Selección: elegir como director técnico a Francisco Maturana. En menos de tres años Pacho potenciaría al equipo hasta el punto que lo sacó tercero en la Copa América de Argentina, ganándole incluso en el Monumental por primera vez en la historia al equipo de Maradona y en 1989 conseguiría lo que pocos esperaban: volver a clasificar a un mundial después de 28 años.
González Alzate, bolerista por excelencia y buen tomador de aguardiente, se convirtió en un hombre indispensable en la selección, y especialmente del entonces asistente técnico Hernán Darío Gómez, el Bolillo. Fue el actual vicepresidente de la Federación Colombia de Fútbol quien logró convertirlo en técnico en el 94, después del fracaso del Mundial de Estados Unidos. Bolillo ante todo era su amigo con quien comparte el gusto por los boleros de despecho, y a pesar del pésimo resultado de Colombia en Francia 98, González lo defendió hasta el final. No le alcanzó y el Comité Ejecutivo le entregó las riendas a Luis Augusto García, El Chiqui.
Sin embargo, tras dos años, González tuvo su revancha y logró sacar al Chiqui de la selección después de que Colombia empatara a dos goles en San Cristóbal contra Venezuela. El dirigente manizalita convocó una reunión de urgencia y en dos horas el técnico estaba fuera del banquillo. Volvió Maturana a tomar el mando, porque el argumento de González siempre fue el mismo: en el director técnico siempre tenía que haber un colombiano.
Por fin, en 2010, González logró que el Bolillo regresara a la selección, pero el técnico no pudo sostenerse en el puesto después de que golpeara a Isabel Fernanda del Río saliendo de la discoteca de salsa El Bembé, en el sector de la Macarena en Bogotá. El único que lo defendió fue su viejo amigo Álvaro González, quien lanzó cuestionables argumentos. La declaración que lo puso en el ojo del huracán fue esta: “Si Piedad Córdoba fuera agredida por un hombre, estaría todo el mundo aplaudiendo”. Muchos lo acusaron de misógino y machista, pero no conforme con el escándalo, intentó ponerle punto final asegurando que defendería al Bolillo hasta que le demostraran que sí le había pegado a Isabel Fernanda, y aunque al final el técnico renunció, González se mantuvo en su posición.
Durante los años siguientes, sus declaraciones y acusaciones siguieron causando revuelo en la opinión pública. En octubre del 2014 el entonces defensor del Pueblo, Jorge Armando Otálora, le pidió al ICBF iniciar una investigación contra González luego de que se conociera que equipos de fútbol femeninos juveniles —equipos que pertenecen a la Difútbol que él controla— de Tolima, Bogotá, Norte de Santander y Boyacá, tuvieron que hospedarse en moteles de Funza, Cundinamarca, en el marco de la fase clasificatoria del Campeonato Nacional Juvenil. Otra vez, fue acusado de misógino por la opinión, al mismo tiempo que salían a relucir algunas declaraciones homófobas que hizo contra el árbitro Óscar Julián Ruiz, al que acusó de favorecer a árbitros menores para subirlos en el escalafón a cambio de favores sexuales. En ese punto dijo que el homosexualismo es una enfermedad. Sin embargo, logró que el tema no pasara a mayores.
Con ese historial, pocos se sorprendieron cuando enfiló baterías en contra de las jugadoras de fútbol del país. En diciembre, el presidente del Tolima Gabriel Camargo aseguró que “el fútbol femenino es un caldo de cultivo de lesbianismo” y las mujeres eran unas tomatrago sin control. Las palabras de Camargo causaron indignación general hasta tal punto que salió a pedir disculpas públicas, pero encontró en González un respaldo clave: “Mucho de lo que dice es cierto”.
Y la historia parece repetirse, esta vez, con las denuncias de las jugadoras de la selección femenina Sub 17 dadas a conocer por La Liga Contra El Silencio, quienes alertaron del acoso sexual y presiones internas por parte del director técnico Didier Luna y su asistente técnico Sigifredo Alonso. Sin embargo, las denuncias no encontraron ni eco ni respaldo por parte de la Federación.
El presidente Ramón Jesurún decidió desmarcarse del tema y le entregó la batuta a González, su mayor alfil desde que llegó a la presidencia en 2015 y clave para su elección tras conocerse las intenciones de Jorge Perdomo —presidente de la Dimayor— y César Pastrana de reemplazar a Luis Bedoya, quien renunció cuando confesó ser parte del escándalo de corrupción conocido como Fifagate.
González no se tomó en serio las denuncias de las jugadoras y aseguró que no tenían validez alguna sin pruebas, y celebró que Luna y Alonso ya estuviesen alistando denuncias penales por difamación y calumnia contra las jugadoras: “Eso personalmente me parece perfecto”. Y para completar, anunció que la Selección Femenina de Fútbol de mayores ni iba más: “Queremos pasar la página con las mayores de 25 años y pienso que, puede que esté equivocado, por esos sus retaliaciones”, haciendo referencia a la denuncia de las jugadoras.
Ahora, más de uno está pidiendo la cabeza de González. El defensor del Pueblo Carlos Alfonso Negret le envió una carta a Ramón Jesurún pidiéndole explicaciones ante el poco interés de la Federación de investigar y asumir responsabilidades en el caso. Además, señaló que “ante la gravedad de las denuncias sorprende las reacciones de algunos directivos como es el caso del señor Álvaro González Alzate”. Y agrega: “En lugar de adoptar una postura en defensa de estas mujeres […] manifiesta públicamente y en nombre del Comité Ejecutivo de la Federación, que se terminará con las Selección de mayores. Esa actitud no solo envía un mensaje sobre las represalias que pueden sufrir quienes denuncian, sino que, de manera equivocada, busca responsabilizar a quienes presuntamente han sido acosadas o discriminadas”.
Y es que González ha querido banalizar el tema: "Para mí, es solo un afán desmedido de figuración y protagonismo inmerecido". Además, sus palabras y acusaciones han ido encaminadas a desviar el tema, culpando a las jugadoras de que la Liga Profesional Colombiana no tenga dinero, pues tres grandes empresas —una extranjera y dos colombianas— decidieron retirar su promesa de patrocinio al conocer las denuncias, que ahora están buscando en donde instalarse por fuera del país porque en Colombia no encontraron un lugar para jugar al fútbol.
Álvaro González Alzate es tal vez el hombre más poderoso dentro de la Federación Colombiana de Fútbol. Aunque siempre ha tenido el sartén del mango, esta vez sus pasos en falso pueden terminar con una carrera de más de 50 años en el negocio del fútbol.