Raimy, el pequeño hipopótamo de 700 kilos, llegó al Zoológico Santa Cruz hace dos años – en la mitad de 2018—. Fue capturado por la Corporación Autónoma Regional (CAR) en Puerto Triunfo, Antioquia, en los alrededores de la hacienda Nápoles, la que fuera fortaleza de Pablo Escobar y principal centro de sus negociaciones criminales y de tráfico de cocaína
El pesado animal es uno de llamados hipopótamos de Escobar. Es descendiente de los cuatro mastodontes que el capo trajo ilegalmente a Colombia en 1981 para terminar de montar el zoológico que construyó en su mítica hacienda Nápoles, cuando estaba en la cima de la gloria como el narco más importante del mundo.
Con apenas 30 años y ya multimillonario por las toneladas de coca que ponía en Estados Unidos desde una década atrás, en 1979 Escobar compró once fincas vecinas en Puerto Triunfo, a 180 kilómetros al oriente de Medellín, que ocupaban 1920 hectáreas. Allí creó su emporio al que en honor a Al Capone y la ciudad en la que este nació llamó Nápoles.
Después de ver que en la finca de los Ochoa Vásquez varios animales exóticos se paseaban libres, el sueño del capo fue tener su propio zoológico, proyecto que inició en 1981. En menos de ocho meses metió en Nápoles a mil doscientas especies, entre ellas avestruces, rinocerontes, elefantes, camellos, cebras, jirafas, costosas y únicas aves y a los cuatro hipopótamos que viajaron en vuelos clandestinos desde Estados Unidos, a donde llegaban capturados de varias partes del mundo. 39 años después son más de cien hipopótamos los que pastan, hacen daños y generan miedo en fincas de Puerto Triunfo. Fue la única herencia que les dejó Escobar.
La llegada de Raimy al Santa Cruz fue la salvación del lugar levantado hace 42 años a las afueras del sur de Bogotá, en el municipio de San Antonio del Tequendama. El lugar atravesaba desde hacía años una difícil situación económica. Los visitantes eran pocos y la caja permanecía siempre vacía. Pero Raimy provocó una gran afluencia de familias, casi todas de Bogotá, buscando conocer a uno de los hipopótamos del narco. Aunque esa nunca fue la propaganda oficial del zoológico, les sirvió.
Raimy no es el único animal que llegó desde la finca de Escobar al Santa Cruz. Desde hace varios años un jaguar llamado Pablo Emilio fue capturado en los alrededores de la propiedad más importante y más querida del capo, hoy convertida en parque temático.
El final de 2018 fue bueno para el zoológico y el curso de 2019 aún mejor. Hubo dinero para hacer arreglos e inversiones que año tras año se habían pospuesto. Ante el alto flujo de visitas se crearon nuevos puestos de trabajo con el fin de educar más a los niños que los sábados y domingos llenaban el lugar con gritos y rostros de asombro al escuchar rugir a un león o chillar a los primates.
El pandémico 2020 desbarató todo. El zoológico no fue ajeno y la crisis que trajo consigo el virus de origen chino lo golpeó con fuerza. Las puertas cerraron el 17 de marzo y ya van casi seis meses sin abrirlas, tiempo en el que no ha entrado un solo peso por taquilla, que es la forma en que el zoológico recibe ingresos.
Hay gastos que no dan espera, como la comida de los 780 animales que suma $42 millones al mes. Los trabajadores del lugar pactaron estar a medio salario mientras la situación se normaliza. Aun cuando han entrado un par de donaciones, estas no alcanzaron a cubrir ni el 5% de los gastos de un solo mes, que en total son $250 millones.
El zoológico está a poco de clausurar para siempre. Se han mantenido con ahorros que dejó el 2019 pero solo alcanzaron para estirarlos dos meses. Han tenido que hacer modificaciones a algunas dietas de los animales, con el fin de reducir gastos al máximo.
Hoy los trabajadores del zoológico envían un S.O.S y lo hacen más por los animales que por ellos mismos. Ya no hay plata para darle de comer a las casi 800 especies que hay. Cada felino necesita 70 kilos de carne a la semana, otros se alimentan con una mezcla de frutas, pastos y concentrado especial, unos más, como las nutrias, comen mojarras o una buena porción de camarones como los flamencos. –nosotros nos podemos quedar un par de meses sin trabajo, conseguiremos algo, pero estos animales no pueden pasar días sin comer— explica Daniel Bernal, el zootecnista del zoológico.
Raimy –hoy de unos 800 kilos— es de los animales que más preocupa a sus cuidadores. Come en abundancia. Todos los días se traga cuatro kilos de lechuga, tres de zanahoria, dos de concentrado para ganado, dos más de concentrado para caballos de competencia y 30 de pasto.
Si económicamente las cosas no mejoran, este mastodonte –como los otros amínales—serán entregados a la Corporación Autónoma Regional y esta a su vez tendría repartirlos en otros zoológicos del país o del extranjero. La magia de Raimy para atraer clientes se trasladaría a otro lugar donde la historia de su procedencia ligada al más grande capo de Colombia, cautive tanto o más que a los visitantes del hoy agonizante zoológico Santa Cruz.