María Antonia Pardo: Lo último que oí de un par de buenos periodistas es que usted es el escritor detrás del reciente libro de Juan Pablo Escobar. Dicen que está muy bien escrito. ¿Es cierto, lo contrataron para eso?
José Alejandro Castaño: Su nombre es Sebastián Marroquín, y no sé de dónde salió ese rumor. Suena como un disparate. Hace dos años, el hijo del capo intentó impedir la publicación de Cierra los ojos, princesa. Llamó a mi editor y lo amenazó con el riesgo de una demanda. Dijo que mi libro era robado. Ese no parece el antecedente de una relación amistosa.
MAP: ¿Por qué cree que intentó impedir la publicación de su novela?
JAC: Supongo que fue un gesto de comprensible temor.
MAP: ¿Temor de qué?
JAC: Estuvimos juntos durante cuatro semanas en Buenos Aires. También con su mamá y su esposa. De eso quedaron más de sesenta horas de conversaciones grabadas en audio y algunas en video. Casi ocho años después su temor era que yo hiciera público algunos supuestos secretos. El libro que a mí realmente me interesaba escribir no era sobre Pablo Escobar sino sobre su hijo y la viuda. ¿Qué pasó con sus vidas después de la muerte del señor de los infiernos? Lo más valioso de esa historia no era el relato sobre caletas de dinero sino sobre sus traumas. Su herencia de dolor y de muerte.
MAP: Y al final, ¿por qué no se publicó ese libro?
JAC: Planeta fue una de las primeras editoriales que se interesó. Su director habló con Sebastián Marroquín, pero enseguida se desencantó. Aunque no era el autor sino apenas el protagonista del relato, el hijo de Escobar preguntó por el anticipo, que por supuesto esperaba millonario. Lo segundo fue la condición de que él aprobaría el manuscrito final. Ni una palabra sería publicada sin que él la aprobara. Ni Planeta ni otras dos editoriales quisieron asumir una condición semejante. Está claro que ahora, años después, todo es distinto.
MAP: Y ahora, tras la reciente publicación de ese libro, ¿se atreve a mencionar algún secreto, alguna curiosidad nunca antes revelada?
JAC: La esposa de Sebastián Marroquín me contó que años después de la muerte de Pablo Escobar, la madre les mandó a hacer la carta astral a sus dos hijos con el famoso astrólogo colombiano Mauricio Puerta. Al parecer, ningún dato le resultó tan sorprendente a la madre como éste: que su hijo podía ser presidente de Colombia gracias a la influencia de los astros.
MAP: ¿Y ellos realmente lo creen?
JAC: Lo que me pareció es que ellos atesoran aquel vaticinio como una señal, como un regalo. Por supuesto no es algo de lo que hablen por lo vergonzoso de admitir una predicción semejante.
MAP: ¿Cierra los ojos, princesa, menciona eso, habla de eso?
JAC: Cierra los ojos, princesa es una novela sobre una niña a la que le matan a su papá todopoderoso, uno que le regalaba unicornios de verdad y jirafas, y del que apenas hereda un mechón de su barba. Ella duerme con esos pelos debajo de la almohada, y les habla, y les canta. Es una niña inteligentísima y lo mismo de triste y de sola. Ella odia a la madre, y a su hermano. Y le escribe poemas de amor a su papá muerto.
MAP: ¿Cómo dice uno de sus poemas?
JAC:
“Yo tengo dos aretes.
Dos huequitos en la nariz.
Dos oídos. Dos pulmones. Dos riñones. Dos ojos.
Dos rodillas. Dos manos. Dos pies. Dos nalguitas.
Dos lados: pecho y espalda. Dos teticas.
El amor nunca es diez
Nunca cuatro
Nunca cinco
Nunca es tres
El amor es dos”
MAP: ¿Esa niña tan sola intenta suicidarse?
JAC: Tres veces.
MAP: ¿Y cómo es la relación con la madre?
JAC: La madre la lleva donde psicólogas, pero como no puede contar su historia verdadera porque están escondidas en un país lejano y con nuevas identidades, la madre la hace memorizar un guión a la hija que, de alguna manera, le da pistas a las psicólogas sobre el tamaño de su tristeza, de su tremendo dolor, pero sin revelar nada. Pretende la madre que la niña reciba una cucharada de medicina genérica para superar la muerte del padre, pero sin adentrarse en detalles. Hasta que un día la hija se revela y suelta la lengua, como suelta la lengua un animal sediento sobre un charco de agua.
MAP: La madre, ¿es así de ingenua?
JAC: En un sentido lo es. Pero también es una mujer valiente. El amor por sus hijos es genuino y poderoso. Mientras lava los sanitarios inmundos de los guardias que la vigilan en la cárcel donde termina injustamente presa, ella le pregunta a su marido muerto: “¿te acordás cuando pagabas fortunas por cada policía asesinado? Decías que valían mierda. Decime: ¿cuánto valemos nosotros ahora?, ¿cuánto vale tu hijo, tu bendita princesa?
MAP: Y el hijo, Sebastián Marroquín, ¿cómo es? Después de oírlo a usted decir lo de la carta astral, a mí sí me parece que habla como aspirante a presidente.
JAC: Su padre no era el rey midas. Su padre era el rey miedo: todo lo que tocaba lo convertía en zozobra. Él se negó a ser eso, miedo, y lo logró. Fue capaz de superar un legado semejante, de muerte, de brutalidad. En ese sentido es un hombre ejemplar.
MAP: Él insiste en que Pablo Escobar se suicidó. ¿Usted qué cree?
JAC: Esa me parece una insistencia que pretende reivindicar la memoria del padre frente a la empresa mafiosa que lo persiguió, algunos de cuyos miembros siguen vivos y recitando discursos de moralidad y rectitud ciudadana. Pero yo no le creo. Pablo Escobar intentó huir y sus verdugos lo alcanzaron. Lo mataron.
MAP: En su novela, el hermano del capo lo vende. Ahora el hijo retoma esa tesis en su libro.
JAC: La última vez que se vieron, Pablo Escobar les dijo a su esposa y a sus hijos: si mi hermano conserva su fortuna a ustedes no les va a faltar nada. Pero si le llega a faltar dinero, él y su hijo los venderán como mercancía. Ellos son capaces de abrir mi tumba para vender mis dientes. Y eso hicieron. En mi novela, muchos años después, la hija ve la escena de la exhumación del cadáver de su padre por televisión, y reconoce al hijo de su tío mientras le desprende los dientes a la calavera de su papá. Ella ve esas imágenes sentada en el comedor de una clínica psiquiátrica en Buenos Aires.
MAP: El director de Ícono Editorial, Gustavo Arenas, dijo que Cierra los ojos, princesa es de lo mejor que se ha escrito sobre narcotráfico en Colombia, que es lo mismo que elogiar un libro sobre tangos publicado en Argentina. Sin embargo, ningún periódico ni revista quiso reseñarla. Su libro anterior, Zoológico Colombia, fue escogido por Semana como uno de los diez mejores libros de 2008. ¿Cómo es que poco después nadie quiso reseñar su novela?
JAC: El editor de cultura del periódico El Tiempo le dijo a Gustavo Arenas que ellos no reseñaban libros robados. Lo dijo así, tan felizmente. Lo mismo pasó en El Colombiano, por ejemplo. La siguiente razón era que mis historias tenían fama de inciertas, un defecto atribuible incluso a una novela. ¡Chanfle! Pero parece que no era solo eso. Recuerdo el correo de una editora que detallaba una larga lista de los supuestos pecados que me proscribían como escritor reseñable. Al parecer, un famoso maestro de la crónica certificaba que yo le había arrebatado sus empleos a otras personas y que obligué a una amiga suya a abortar un embarazo de mellizos. Cuento eso porque fue un secreto a voces, repetido una y otra vez con saña, con genuina mezquindad.
MAP: Usted acaba de ser incluido en una antología en alemán con las mejores crónicas de América, un libro que fue presentado en la feria de Frankfurt, al lado de verdaderos maestros del género en lengua española. Sus libros además se venden muy bien en las versiones piratas. ¿Eso suena exitoso o irónico?
JAC: Hace unos años, la Alcaldía de Medellín me invitó darles una charla sobre creación literaria a los vendedores del pasaje La Bastilla, donde también se venden libros piratas, y fue una sensación un poco chueca. Algunos me daban la mano y decían: ¡Oiga, Castaño, yo vendo sus libros!
MAP: ¿Sobre qué está escribiendo ahora?
JAC: Justo estoy terminando un libro sobre bosques y selvas del Perú, que será presentado en el encuentro mundial sobre calentamiento global en Lima. Ha sido una experiencia bella e intensa. De viajes de ida y de vuelta. Y estoy terminando una novela sobre la risa y el olvido. Es sobre payasos y una jirafa de nombre Equivocada.
MAP: ¿Le gusta Lima?
JAC: “Me gusta Lima. Me gusta Perú. Es otro país como el nuestro, otro país del Sangrado Corazón. Tal cual, del Sangrado Corazón. Pero sobre todas las cosas me gusta escribir. Nada supera ese gozo diario”.