El hijo de Joe Biden que desayunaba con vodka y crack

El hijo de Joe Biden que desayunaba con vodka y crack

Hunter Biden, mientras se ganaba 50 mil dólares en una empresa de gas de Ucrania, se hundía en una depresión que casi lo destruyo y de la que se burló Trump

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junio 11, 2021
El hijo de Joe Biden que desayunaba con vodka y crack

Hunter Biden se reunía con reyes en Africa y lo único en lo que pensaba era en llegar a su cuarto de hotel y desocupar el minibar. Su preocupación estribaba en que no le vieran el pulso temblar, la sudoración mojando su camisa, los estragos de la abstinencia. Alcohólico desde los 12 años lo único que lo hacía no pensar en el trago era el crack. Su viejo amigo la piedra. La conoció gracias a una dealer en Washington que se convirtió en su gran amiga. Ella siempre llevaba crack de la mejor calidad. Nunca lo robó. Una relación que duró cerca de 20 años. Fueron tan amigos que vivieron dos años en la casa de lujo que tenía Biden cerca al capitolio.

Fue su relación más fructífera. No hablaban, sólo fumaban. Hunter Biden decía que el fumaba crack buscando encontrar de nuevo el primer subidón, el que una vez le activó las orejas como si fuera un animal de presa. El que lo sacó de este mundo y lo convenció de que no existía el dolor, un peso que tuvo desde que tenía 2 años cuando presenció la muerte de su madre y de su hermana de tres meses de nacido, embestidas por un camión de carga. Por unos años logró ser un abogado de éxito, crear una consultora que lo volvió millonario y sostener un matrimonio, pero después de la muerte de su hermano Beau, quien sufría de un terrible cáncer cerebral, se hundió en su miseria.

Lo intentó cien veces salir del pozo. Su papá lo quería ayudar. Una vez consiguió que se inscribiera a un programa de rehabilitación. Nunca tomó el avión. Como lo dejó tantas veces el vuelo decidió llegar a Texas, el Estado donde estaba la casa de reposo, en carro. La primera noche la pasó en un motel y de ahí nunca salió en 6 meses, conviviendo con todo tipo de personajes de la calle que derrochaban a manos llenas su dinero. Era vodka y crack, de la mañana a la noche. Era destrucción total hasta que conoció a Melissa y la vida le volvió a sonreir.

En la larga lista de libros sobre el duelo, Cosas bonitas, la demoledora autobiografía del hijo menor del presidente de los Estados Unidos, ocupa un sitial destacado. Cosas bonitas era lo que le recomendaba pensar su hermano Beau mientras era borrado en su larga agonia por el inclemente cáncer cerebral que se lo llevó a los 46 años. Un libro indispensable no sólo para adentrarse a la intimidad fatídica de los Biden sino para conocer de lleno el embate del dolor de perder lo que más se quiere. Una sorpresa de Ediciones B que está en todas las librerías del país.

 

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