Las cifras frías, tanto como las UCI donde se atiende a las decenas de habitantes de Atlántico que luchan sin pausa contra el Covid_19 señala que el pico de la pandemia, como la ola de un tsunami en esta zona del país, está a unos 10 días de llegar .
El Virus ataca de manera inesperada y afecta a quienes tienen y a quienes no, enfermedades de base, o sea patologías preexistentes en las que se pasa a vivir el COVID para llevarse a la víctima en cuestión de días .
Dos antídotos se han puesto en práctica de manera desesperada en este departamento, la socialización casa a casa sobre el fenómeno y el tapabocas. Es claro que a casi 40 grados y en espacios, en ocasiones pequeños, solo queda por hacer pedagogía para que los ciudadanos se defiendan con prevención de algo que es un fenómeno serio que no amenaza, mata sin avisar .
Es por ello que a las calles de Barranquilla y los principales municipios del Atlántico se lanzaron varias docenas de personas armadas solo con su palabra y con un millón quinientos mil tapabocas en sus manos para ser entregados casa por casa en jornadas que se saben a que hora empiezan pero no a cual termina.
Entre esos 300 voluntarios a los que les llaman “Guardianes de la Salud” y a los que otros les gritan desde las puertas de sus casas héroes, pertenece William el hermano de Carlos .
Lo inspiró hacer parte de este grupo de valientes la memoria de su hermano con el que jugueteaba de pequeño en su Barranquilla del alma con ser bombero, médico o superhéroe. Las dos primeras quedaron aplazadas y la última afloró en este episodio .
William es el líder de uno de los grupos de socialización que todos los días recorre como si se tratara de una última frontera las calles desoladas de un departamento que ahora empieza a temerle en serio al Coronavirus debido a las historias cada vez más frecuentes de entierros sin llanto, ni compañía y unidades de cuidados intensivos atestadas de enfermos que se despidieron en la puerta de las ambulancias de sus parientes sin saber si volverán a verlos .
Reparte cada uno dos mil tapabocas en 400 casas diariamente y emiten una charla que parece una evangelio donde cada uno cuenta lo que ha visto ante unos aterrados habitantes que se convirtieron, sin quererlo, en el foco de atención del mundo por cuenta de la terrible cifra de fallecidos .
William camina en ocasiones pensando y recordando el mensaje que una semana antes de morir le envió a su teléfono su hermano aún vigoroso pero ya contaminado donde le decía que todo saldría bien. Las palabras lapidarias y hermosas de Carlos son la gasolina que lo mantiene activo e incansable entregando cada tapabocas.
Cuando los deja amorosamente en la puerta de cada casa después de una cortas palabras emitidas con voz de maestro suelta una lagrima, dice que no sabe cuantas ha derramado, porque como él dice encarna a través de ellas a su más querido ser, a quien hubiera querido que como a él le dijeran, si estuviera vivo, que son #HéroesDelTapabocas .