Marco Tulio González "El Cavernario" había llegado a Cali, desde la ciudad de New York donde residía hacía 45 años. Hace muchos años lo hacía muy a menudo. En la capital del mundo había logrado convertirse en ciudadano americano y también con éxito logró pensionarse. A su dorada edad don Marco Tulio contó con mala suerte: hace 10 días lo atropelló una motocicleta y posteriormente falleció; había llegado a su querida Santiago de Cali 15 días atrás.
Dicen que la moto era conducida de manera desenfrenada, por un ciudadano venezolano, sin ningún tipo de documentos que acreditaran la tenencia de la moto y tampoco tenía el SOAT. El escenario del desafortunado accidente fueron las calles del barrio Guayaquil. El hecho no sorprende, es pan de cada día en Cali y el Valle: motocicletas que atropellan ancianos que luego fallecen o quedan lisiados.
"El Cavernario" venía a Cali dos veces al año y en cada venida se quedaba un mes en su amado barrio Junín, donde tenia una casa esquinera. Disfrutaba de largas charlas en su compañía que incluían deliciosas anecdotas, también el, tertuliaba con sus coetáneos en la Plaza de Caicedo, el Paseo Bolívar y en el Centro Comercial Cosmocentro. Era Matanceromano a morir, cliente fiel de la Viejoteca "El Anacobero", ágil bailador, buen lector, buen conversador y tenía un estado físico admirable, que a sus 84 años le permitía largas caminatas diarias.
"El Cavernario" era su pseudónimo como luchador de Lucha Libre, un deporte espectáculo que tuvo su época de oro en la década de los años 60. Junto con "El Tartaro", "El Jaguar", "El Psicodélico", "El Tigre Colombiano", "El Médico Asesino" y otros que causaron gran furor cuando este teatral deporte tenia mucha ascendencia en la ciudad de Cali. Su muerte no contó con un titular de prensa, una mención en los noticieros, un mínimo despliegue en las redes sociales. ¡Nada! Murió solo y olvidado por un deporte que ya casi no convoca. Su anciana esposa, que nunca se fue de Cali, y su hijo le dieron cristiana sepultura.
Cuentan que las ambulancias que se disputaban el privilegio de recoger al "Cavernario" igualmente se accidentaron, causando otro muerto. La significativa demora para recoger al viejo que se encontraba gravemente herido, ahondo su gravedad; el hecho tampoco sorprende: es la guerra diaria del centavo declarada mutuamente entre ambulacias; que se guerrean al accidentado de turno y de contera intimidadan automovilistas y peatones con su estridente sirena, que se ha convertido en un mandato a obedecer, una amenaza a la seguridad de todos, aunque muchas veces en su interior no lleven a nadie. Es hora de intervenir y regular esta actividad porque como decía mi santa abuela Petrona Oliveros: "es peor el remedio que la enfermedad".
Muy de moda esta la palabra "Decrecimiento": decrecen los hogares en numero de hijos, decrecemos en estatura física, en masa muscular y movilidad, pero puntualmente la teoría del Decrecimiento se refiere a "la megatendencia de una relación equilibrada entre los seres humanos y la naturaleza bajo la idea de la disminución controlada y progresiva de la producción". Cuando la ministra de minas y Energía Irene Vélez la mencionó en un congreso de Minería, un injustificado escándalo se montó. No le faltó razón a la brillante ministra, cuando se refiere a países desarrollados y no a países como el nuestro en via de desarrollo. Es un pedido en boga que se le hace a los países ricos cuyo modelo de desarrollo demanda recursos finitos.
En ese orden y replicando la teoría del decrecimiento, en otro nivel y guardando las debidas proporciones, a la calles de Santiago de Cali y el Valle del Cauca no le cabe un carro ni una moto mas. El "Cavernario" fue victima de ese crecimiento desproporcionado e infinito de motos y vehículos que nadie planifica ni nadie sabe a donde irá a parar. Hasta ahora, la inane solución es la del marido "Cachon" que defenestra el sofá por la ventana para evitar la infidelidad de su pareja.
La solución es el "Pico y Placa" que se evita pagando o es la medida que incentiva la compra de un segundo carro y de paso beneficiar a la industria automotriz.
Es sabido que mucha gente honesta y trabajadora, guarda una relación laboral con su moto, muchos la utilizan como medio de transporte y trabajo, pero eso no es óbice para sugerir una seria planeación y decrecimiento en la producción y la disminución de su inserción diaria en un sistema vial colapsado que ya no resiste un vehículo mas.
Lo fácil y elemental es plantear mas vías para desembotellar, pero eso es el circulo vicioso de la interminable trampa del crecimiento. Con un razonable decrecimiento de motos y carros quizás nos evitaríamos muchas muertes, como la del "Cavernario".