La guerra de Ucrania, las sanciones a Rusia y la convulsionada geopolítica han provocado una crisis energética que está alterando el panorama mundial de la transición hacia energías renovables. En 2021 la producción mundial de carbón aumentó 6 % llegando a 450 millones de toneladas. China, EEUU, India, Rusia y Australia, los principales productores de carbón, no se comprometieron con las metas de reducción de emisiones trazada por la Conferencia COP26 celebrada en noviembre de 2021 y se abstuvieron de entregar nuevos objetivos de reducción. Mientras que Europa redujo su consumo en 2021 y EEUU ha anunciado reducciones para 2024, el balance global es un aumento tanto de la producción como del consumo en los próximos años. Ante el encarecimiento de los precios del gas, varios países de Europa han reabierto sus centrales térmicas de carbón y han anunciado que aplazarán para la siguiente década los objetivos de reducción de la producción y el consumo de este mineral.
Con el petróleo pasa algo similar, pero con distintas variables. Con el anuncio de la Opep+ de reducir la producción de petróleo para mantener altos los precios, Biden está llamando a extraer más petróleo y busca el crudo de Venezuela, reduciéndole las sanciones a ese país e incluso insinuando una defenestración del títere Juan Guaidó. Canadá anunció un aumento del 5 % en las exportaciones de gas y petróleo. Alemania, después de planear gastar más de medio billón de dólares en políticas climáticas para 2025, solo ha logrado reducir la dependencia de los combustibles fósiles del 84 % en 2000 al 77 % en la actualidad. Los gobiernos occidentales han satanizado los combustibles fósiles, pero siguen dependiendo de ellos y modulan su producción, no en función de los intereses de la preservación del planeta sino de sus objetivos nacionales. No practican lo que dicen, pero quieren que los países en desarrollo cumplan a rajatabla lo acordado en los foros, aun a costa de frenar el crecimiento.
____________________________________________________________________________________________
Los países occidentales no practican lo que dicen, pero quieren que los países en desarrollo cumplan a rajatabla lo acordado en los foros, aun a costa de frenar el crecimiento
___________________________________________________________________________________________
La experiencia europea ha mostrado dolorosamente que las energías renovables no garantizan por sí solas una provisión, confiable, estable, a precios razonables, y necesitan un masivo respaldo de fuentes convencionales. Por ello el mundo sigue dependiendo en 80% de energías fósiles e incluso Biden espera que en 2050 el mundo dependa en 70 % de energías fósiles para el suministro de energía. Solo el 15 % lo proveen hoy las fuentes renovables.
Las promesas de dedicar 100.000 millones de dólares anuales a garantizar la adaptación de los países en desarrollo no se han cumplido ni en mínima parte, aunque los europeos propalan que lo comenzarán a cumplir en 2023, pero sin hacer compromisos concretos. Veinte naciones en alto riesgo por el calentamiento global exigen que se condonen sus deudas colectivas de $685 mil millones para que el dinero pueda invertirse en proyectos climáticos, pero no hay definiciones al respecto. Los países occidentales dijeron que gastarán alrededor de $25.000 millones para 2025 a fin de ayudar a África a adaptarse al cambio climático, pero prometieron solo $55 irrisorios millones. China anunció que no haría la transición energética mientras no asegure que las energías renovables puedan efectivamente sustituir las fósiles. El Secretario General de la ONU ha criticado al G20 por el compromiso “demasiado escaso y demasiado tardío sobre la acción climática.
Del 6 al 9 de noviembre se realizará la COP27 en Egipto. Lamentablemente, las noticias no son buenas y seguramente no mejorarán en estos últimos días, como tampoco lo han hecho en los últimos años.
Según la Agencia Internacional de Energía, las emisiones de CO2 fósil aumentaron 5,3 % en 2021 comparadas con las de 2020, casi al nivel de la prepandemia, lo que evidencia el incumplimiento de los acuerdos de las 26 conferencias realizadas sobre cambio climático
Según los documentos de los expertos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, el consumo global de carbón tendrá que reducirse un 95 % a mediados de siglo con respecto a 2019, el de petróleo un 60 % y el de gas un 45 % para alcanzar la meta de que la temperatura media global no suba más de 1,5 grados centígrados.
Para ello se propone que el 87 % de las reducciones se hagan optimizando el sector energético e industrial, ya que a nivel mundial solamente el 13 % de las emisiones se producen en el sector agropecuario. También señalan que a mediados de siglo es necesario que la electricidad provenga de fuentes que no emiten carbono o con bajas emisiones.
El caso de Colombia es bastante particular y la proporción es distinta de la predominante en el mundo y en especial en los países desarrollados. La matriz eléctrica es mayoritariamente limpia y la emisión de CO2 se produce principalmente por la deforestación y los usos del suelo. El propósito de marchitar a Ecopetrol, acabar la exploración y explotación de petróleo y gas y suprimir el carbón de la canasta energética más parece un harakiri que una política sensata.