Cuando el ministro de Hacienda dijo que se aplicarían todos los medios del Estado para reducir el consumo, no imaginamos que aquella frase tan audaz se refiriera a la idea de encarecer la comida. El hambre es una crueldad y un suicidio. Jamás puede ser una Política.
Para nuestra sorpresa infinita, nos encontramos con que Cárdenas escogió el camino del hambre para aplacar la inflación. Con una cifra desbordada de aumento de los precios en más del 8 %, los alimentos, mal medidos por el Dane como cualquiera lo comprueba en la tienda de la esquina, superan el 13 %. El Gobierno no tiene instinto de conservación o aún mejor, no existe.
Como se nota en todo. La nueva y última amistad con Chávez, y ahora con Maduro, fue una imprudencia y una insensatez. Ahora es una locura. La solidaridad con un genocidio no merece otro nombre. Maduro, de torpe y de insensible está matando a su pueblo. Sin adornos ni rebajas. Y Juanpa, con su inefable Canciller, se exhibe como el último amigo de ese régimen atroz. Sin pensar, porque en nada piensan, que esa bomba nos va a estallar en la cara. No hay Gobierno.
Los precios suben 8 %, la inversión cae 4 %,
el país se queda sin petróleo, hay solo una 4G financiada,
la salud hace agua, hace 11 días está paralizada la Panamericana
Es claro que no hay Gobierno cuando vemos que la inversión, que debiera crecer no menos del 10 % anual, está cayendo en casi el 4 %. Y que la industria se contrae. Y el campo se marchita. Y el consumo de los hogares se vino el piso, salvo el consuelo que nos da el doctor Perfetti, de que la cifra no es más angustiosa porque suben las compras hogareñas de tabaco y licores. No hay Gobierno.
La única 4G financiada es la de Pacífico II, de la que es concesionario el mayor banquero de Suramérica, el doctor Sarmiento Angulo. Hay que admirar su tenacidad y su voluntad indomable para asumir riesgos. Por lo demás, nada de nada. Los banqueros le huyen a esas financiaciones como a la peste. Los estudios ambientales, la presión de las comunidades movidas por las Farc, las deficiencias de los estudios, son una combinación letal para estos proyectos. No hay Gobierno.
El país se queda sin petróleo. Si no se logran inversiones de más de siete mil millones de dólares por año, en los próximos diez, seremos importadores netos en corto plazo y no exportaremos un barril en dos o tres años. Y no se hace nada para evitar esa catástrofe. No hay Gobierno.
La salud hace agua por todos los costados. Las quiebras de Saludcoop y de Caprecom valen muchos billones. Las EPS que sobreviven apenas sobreviven y la gente pierde la paciencia. Las carencias son más duras cuando el enfermo sabe que su abandono tiene causa en la corrupción y los negociados. Los maestros pusieron al Gobierno contra la pared, y el Gobierno les prometió el oro y el moro en esta materia capital. Dirán los demás colombianos, alegrándose por la buena fortuna de los maestros, que para ellos algo parecido deberá estar a su alcance.
Los camioneros tuvieron que volver al paro. Que se explica todo en unas cifras dramáticas: tienen capacidad instalada para mover más de quinientos millones de toneladas por año y no hay oferta sino para doscientas. ¿Quién organizó este desequilibrio siniestro? No hay Gobierno. El ministro de Transporte se tendrá que quitar por unos días el casco y las botas. Y aprender a actuar como Ministro. No como inspector de caminos.
Cuando escribimos estas líneas, se cumplieron 11 días de parálisis total en la Carretera Panamericana y estamos peligrosamente cerca del plazo de 36 horas que los indígenas y campesinos del Cauca, es decir, la guerrilla de las Farc y del ELN le concedieron a Juanpa para firmar lo que a ellos les da la gana hacer firmar. O firmas o te mueres, querido Juanpa. Porque no sabes ejercer la autoridad, porque vives de espaldas al país y solo de frente a un telepronter, porque ignoras los grandes problemas nacionales y no sabes otra cosa que repartir mermelada entre los cuatro amigos que te quedan. Botaste por la ventana una bonanza petrolera gigantesca, a punta de circo y pauta, y creíste que enero es para siempre y que gobernar es repartir. Lo ajeno, claro.
La Ciencia Política enseña que hay buenas y malas formas de Gobierno. Que la monarquía puede devenir en tiranía. Que la aristocracia puede tornarse en oligarquía y la democracia en demagogia. Pero lo peor de todo es la anarquía. Donde todos creen que pueden mandar porque nadie tiene en sus manos las riendas del poder. “…….. los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía” fueron las palabras escritas con sangre por el Libertador en San Pedro Alejandrino. En las lejanías del tiempo, anticipaba que un Juan Manuel Santos fuera posible.