"Grandioso ejercicio de energía visual y sonora. (...) un trabajo que Phillips convierte en algo personalísimo. (...) Es la película más incómoda que este crítico haya visto en mucho tiempo (...) formidable y retorcida".
La anterior opinión positiva hecha reseña, escrita por Javier Ocaña para el diario El País de España, ha sido una de las tantas que ha recibido la tan esperada película, llamada el Guasón o Joker, dirigida por Todd Phillips e interpretada según los críticos de cine de manera elocuente y extraordinaria por el actor estadounidense Joaquin Phoenix.
Esta película trata de una manera personal y humana, a la vez que visceral y truculenta, el lado más íntimo de la historia de vida del villano y archienemigo de Batman, llamado el Guasón o Joker. Esta logró atraer en 121 minutos a espectadores como yo, que desde mi humilde opinión y suspicaz perspectiva considera que es una película que consagra y le da su justo lugar al concepto del villano, el levantamiento y la maldad, estas entendidas desde el otro lado de la historia, es decir desde el antagonismo, ese que poco se ve o poco es publicitado, ya que nos quedamos siempre esperando el triunfo del "bien’" sobre el "mal" o sencillamente nos quedamos con el relato o discurso del triunfador. Creo que esta película logra atraer sin apologías la importancia de reconocer más profundamente al individuo, aunque de seguro algunos filósofos me tacharán de exagerado.
Sin embargo, más allá de ese mensaje subliminal, literal, parafraseado o textual que pudo expresar esta película, o el que usted pudo interpretar o evidenciar, considero, con posibilidad a equivocarme, que el gran triunfo de esta fue darle y mostrar a los ojos del cuerdo la racionalidad y la sensatez... un elogio a la locura, no esa de la que hablaba Foucault en Vigilar y castigar (1975) sino esa que exaltó en su obra El elogio a la locura (1511) el humanista holandés Erasmo de Rotterdam.
Rotterdam argüía en su obra la importancia y el valor social de aquel ser que carece de conciencia y raciocinio, es decir del loco. Este individuo en sí merece de mucha atención, más allá de ese que es cuerdo o que dice llamarse sabio. Con mucho ahínco el mismo Erasmo mostraba, por ejemplo, que el sabio o cuerdo siempre estaría en un estado de intranquilidad e impaciencia por hallar solución a sus elaborados o improvisados problemas, convirtiéndose en un ser asocial, amargado, materialista e infeliz, mientras que ese llamado socialmente como loco, ignorante o necio disfrutaría sin ningún titubeo o alteración su momento, su presente y su necesidad, hallándose de manera gasajosa en su plena apacibilidad y felicidad, sin intereses y mezquindades, esas alimañas que nos caracterizan a personas como usted y yo que decimos llamarnos cuerdos.
Es por este argumento de autoridad que me atrevo a decir que esta película más allá de ser eso, una película, logra de una manera vivaz, creativa y palpable mostrar y dar el lugar que corresponde a la locura, haciendo un elogio, así como Rotterdam lo hacía en su obra, de un personaje oscuro, pero con una realidad a cuestas, una humanidad en sí y una verdad ineludible. Por lo anterior puedo decir que la locura es tan justa y necesaria como la sensatez, ya que necesitamos una pizca de ella para entender y tomar conciencia, esa que a pesar de que tengamos una razón, en algunas ocasiones poco utilizamos. Necesitamos de esa locura para reflexionar sobre la felicidad, el individualismo, el materialismo, la vida y el mundo que nos rodea, así como ese Guasón por más "malo" que fuera nos la mostró en una mera pero fehaciente película. Elogiemos la locura.