Los millones de colombianos hemos amanecido frustrados y desconsolados a raíz de una inminente eliminación de nuestra selección de futbol hacia el próximo mundial.
Como ocurre igual con nuestra sociedad, los jugadores son personas humildes pero que en esencia son individuos con características de arribismo, despreocupados por lo que les pueda suceder a sus fanáticos seguidores, simplemente son deportistas asalariados, exclusivamente preocupados por sus contratos y sus propias vidas, como lo hacemos todos con nuestras propias existencias.
Ellos saben en qué medio están laborando, siendo entonces personas que reconocen claramente quienes son sus jefes y patrocinadores, a los que, en el fondo, aunque les teman, los respetan y admiran, por más que sepan que la mayoría de ellos son o tienen nexos con delincuentes y con mafias.
Algo similar a lo que nos sucede a todos los colombianos con respecto a cómo está conformada nuestra sociedad y sus gobiernos, ya que igualmente todos nos tenemos que tragar nuestras preocupaciones personales, debemos estar preparados para la próxima frustración que se cierne y que vamos a tener que sentir y aceptar.
Al saber que tampoco nada se puede hacer ante el atraco que se viene encima sobre nuestro país a través de unas elecciones en las que se juega la continuidad de un establecimiento corruptor, delincuencial, injusto e inequitativo, el cual desde hace rato tiene las elecciones, cooptadas y maquilladas de democráticas y legales.
Todos conocemos de antemano que las instituciones del Estado encargadas de velar por su normalidad y pulcritud se encuentran en poder de personajes que cumplen unas especificas funciones, jugando el papel de delincuentes parapetados pero admitidos.
Incluso naturalizados, en medio de una sociedad, que, aunque sumisa, aspira a continuar y mantener este tipo de legados, ya que los colombianos nos caracterizamos por una manera de ser al acatar nuestro destino despreciando sus cambios, a los que nos han enseñado a temer, aceptando indolentes la realidad tal cual la mantienen quienes aspiran a continuar con sus privilegios.
Así que debemos tener a mano nuestros frasquitos de valeriana o de cualquier tipo de relajante o calmante parecido para aceptar más fácilmente las frustraciones que se nos vienen encima.