El Grinch y la peste

El Grinch y la peste

La humanidad, hasta ahora tan tristemente predecible, no dio pie al error. Este personaje tuvo la razón y hasta con sobrados guarismos

Por: omar orlando tovar troches
diciembre 23, 2020
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El Grinch y la peste
Foto: Pixabay

Ahora que el planeta en el que vivimos está próximo a completar por enésima vez su vuelta a la estrella que conocemos como sol, nuevamente y de manera increíble, en este año de peste globalizada, la humanidad, al menos la de filiación judeocristiana, se apresta a dejarse arrastrar por la celebración religiosa, pero sobre todo consumista, más grande del año: la navidad.

Hace precisamente un año, el desconfiado espíritu Grinch (ver: Reflexiones de un Grinch y ¿Cómo no ser un Grinch en Colombia?) empezaba a sospechar, como siempre, sobre las poco halagüeñas perspectivas, no solo de las fiestas decembrinas, las cuales menosprecia, sino del futuro de la humanidad para ese próximo año de aquellas épocas, o sea, este extraño 2020, bisiesto y apestado, al percibir en el ambiente, el advenimiento de la misma mismidad de todos los años, llena de exclusión, intolerancia, avaricia, inequidad, guerra y pestes. La humanidad, hasta ahora tan tristemente predecible, en su conjunto, o mejor, en su dirigencia, no dio pie al error, el espíritu Grinch tuvo la razón y hasta con sobrados guarismos.

Todos aquellos furibundos (y furibistas) hinchas de la melosería discursiva de los mercachifles comunicadores al servicio de los poderosos, intentaron, al principio de la peste, invocar el espíritu navideño, ya no desde junio, como cada año, sino desde febrero o marzo cuando arrancaba el encierro, demandando la empatía de una inmensa mayoría adiestrada en el individualismo y la intolerancia, convocando a insulsos y bizarros conciertos on line, para exhortar a la práctica de la solidaridad, valor venido a menos, y casi imposible, para una sociedad global metida de lleno en la competencia extrema y la avaricia promovida por el capitalismo reinante.

Y en medio de los vivas y las felicitaciones a esa famosa, pero nunca bien remunerada y menos apreciada, primera línea de lucha contra la peste, conformada por las personas del servicio médico, sanitario, asistencial y logístico; los mal llamados líderes de opinión, con la disculpa de una edulcorada nueva normalidad de caritas felices y emojis hipócritas, fueron empujando paulatinamente a la humanidad, a su verdadera normalidad de desesperanza, desespero, necesidad, avaricia y egoísmo, al ponerlos a decidir la plata por encima de la vida. Solidaridad con los dueños del capital, resistencia y acompañamiento moral para los millones de nuevos pobres y hambrientos del mundo.

Entre tanto, ese vituperado Grinch, que tenemos dentro, unos cuantos escépticos de las bondades de este sistema socioeconómico en el que vivimos, poco a poco, empezó a creer que al menos, por causa de la peste mundial, esta vez sí, las despistadas mayorías adiestradas en las empalagosas artes de la hipocresía navideña y del consumismo desaforado de fin de año, se dieran cuenta de la banalidad y, sobre todo, la inconveniencia de dejarse arrastrar por las bobaliconas y melodramáticas costumbres de las navidades prefabricadas por los publicistas de los grandes almacenes, en un entorno de peligro de peste y muerte.

El rechoncho Santa Claus, inmune a las pestes, en pleno ejercicio de maltrato animal, pretende arriar a renos y mensos, en una carrera desaforada de compras sin sentido en cuanto centro comercial, almacencito, chaza o venta ambulante exista, con tal de saciar la avaricia de empresarios desalmados, a quienes lo único que les importa es llenar sus bolsillos, aún a costa de la enfermedad y la muerte de los despistados creyentes de este inhumano espíritu navideño. No bastan los llamados de los aclamados héroes y heroínas de la salud, para que la gente se quede quieta y no se arriesgue comprando cuanta pendejada no le haga falta, con la poca plata que tiene o no tiene, con tal de sentirse en navidad, así sea con un tubo en la garganta para ver si puede respirar y vivir.

Desafortunadamente, este año tampoco fue, la navidad made in USA nuevamente tomó el poder y nos puso en peligro a todos, hinchas de Papá Noel o del Grinch.

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