Desde 1986, Edwin Haldeman controlaba las malezas que salían en las 22 hectáreas que componían su finca en Sonoma (California) con el herbicida glifosato Roundup de la empresa Monsanto. En los últimos 30 años el granjero empezó a tener problemas de salud. Un día de febrero del 2015 el hombre no se levantó. Su esposa y sus hijos llamaron a un ambulancia que lo llevaron inmediatamente a la clínica. La inflamación de los ganglios linfáticos, la fiebre, el dolor en el estómago y en el pecho, hacían su vida intolerable. El diagnóstico fue lapidario: Haldeman habían desarrollado el linfoma no Hodgkin, un cáncer que afecta el sistema inmunológico. Después de la primera sesión de quimioterapia el granjero de 70 años reunió las fuerzas para establecer la última gran pelea, demandar a Monsanto.
Pasaron dos años hasta que un jurado de San Francisco sentenció que el herbicida Roundup había tenido que ver directamente con el cáncer de Haldeman. Desde el principio fue considerado un juicio histórico. Su fallo, que le obligará a la multinacional USD$ 75 millones a Haldeman por derechos punitivos, 200.000 dólares por pérdidas económicas y 5.6 millones por daños morales, sentó un precedente muy preocupante para los alemanes de Bayern que en julio del año pasado compraron Monsanto en 56.000 millones de euros.
Y es que ya empieza a caer un diluvio de demandas por enfermedades causadas por glifosato. Se estima que en solo Estados Unidos se enfrentarán a 9.000 demandas. El agravante para Monsante es que en ningún momento advierten al consumidor las secuelas que puede traer el herbicida. En el 2017 se creó la página www.monsantopapers.lavaca.org que demuestra como se manipularon informes periodísticos y científicos para ocultar lo que es un secreto a voces y lo que el gobierno Trump no quiere reconocer: que el uso de agrotóxicos con glifosato aumenta en un 41% los riesgos de cáncer.
En Colombia el debate está que arde. Hace dos semanas hubo una audiencia pública en donde la Corte escuchó los argumentos de Iván Duque, quien tiene encima los preocupantes números de expansión de cultivos de coca y que se muestra a favor de reanudar la aspersión aérea y Juan Manuel Santos, quien siendo presidente la prohibió en el 2015. Cuando, en octubre del año pasado, Iván Duque anunció reiniciarlo, 17 expertos en salud pública lo desaconsejaron exponiendo dos argumentos que no pudieron controvertir desde el gobierno: 1. Creen que existe evidencia científica sobre su probable relación con el cáncer 2. Existen doce estudios en Colombia que documentan los efectos adversos del glifosato en modelos celulares. Es decir, sobre todo ser vivo, incluidas plantas y animales. El primer estudio lo hizo Alvaro Javier Huidobro en el 2004 y el último Adriana Camacho y Daniel Mejía en el 2017. En todos encontraron relación con el cáncer y además “Nuestros resultados muestran que la exposición al herbicida utilizado en las campañas de fumigación aérea aumenta el número de consultas médicas relacionadas con enfermedades dermatológicas y respiratorias, así como la cantidad de abortos espontáneos".
Aunque en Estados Unidos la indemnización que recibirá Haldeman abre una catarata de posibilidades para los cientos de miles de personas que han sido víctima del glifosato, Donald Trump, con su crítica a Iván Duque por no actuar con suficiente fuerza sobre los cultivos ilícitos de coca, demuestra que poco o nada creerá en estudios científicos. En el campo colombiano la presión de Estados Unidos sobre un nuevo diluvio de glifosato, no los deja dormir.
