Por estos días los medios de comunicación nacionales registran las protestas y marchas que vienen realizando los estudiantes y maestros de las instituciones de educación superior; manifestando su inconformidad por el bajo presupuesto que tienen las universidades y el poco capital que le inyecta el gobierno nacional a estos claustros.
La verdad es que el problema de la educación pública superior pasa por una crisis más delicada que el mismo déficit económico que tienen dichas instituciones para funcionar. Por una parte, los jóvenes de los estratos bajos ya no están accediendo a las universidades, pues la gran mayoría de los cupos se los están quedando los estudiantes de colegios privados, donde el nivel académico es superior al de los colegios públicos. Entonces, ¿será que los jóvenes de estratos bajos sí están teniendo acceso a la universidad pública?
Es desde allí donde comienza la problemática educativa nacional. La secundaria pública es pésima, por no decir que paupérrima. De inglés no se pasa del verbo to be, de matemáticas ni se diga, nos asusta el Álgebra de Baldor, de química al igual que de física ni hablar. No aprende uno nada. ¿Laboratorios? A verlos. ¿Experimentos? Ni medio. Acá vale la pena acotar que para hacer una laboratorio o un experimento solo se necesita una gaseosa y un alka seltzer, por ejemplo. En fin, el bachillerato público en Colombia es perverso, no hay compromiso por parte de los docentes y alumnos, pues estos últimos no quieren nada, ¡solo WhatsApp y rumba!
De allí es de donde parte el verdadero problema de la educación en el país. Por eso al presentar un examen de admisión para ingresar a una universidad, un joven que ha recibido esta enseñanza queda relegado a estudiar en el Sena, pues los puestos son ocupados por los hijos de los ricos del país que estudian en colegios bilingües, que hacen intercambios en Europa y Norteamérica... en fin, un pobre mortal de a pie que estudia en la vereda X del pueblo Y la tiene difícil para estudiar en una universidad pública.
Por si fuera poco, ¿qué me le pone a los profesores que enseñan hoy en día en las guarderías, escuelas o colegios públicos? Hay que partir de dos cosas:
1. Un profesor es cualquiera que enseña un poquito de lo que sabe; un maestro es el que enseña todo lo que sabe, lo hace con amor, responsabilidad, respeto, pero sobre todo con mucha vocación, don con el que se nace, no cualquiera lo tiene y por consiguiente no cualquiera puede ser un maestro. La verdad deberían haber filtros que permitan identificar dicha capacidad de enseñar y es que la pedagogía se volvió al igual que la enfermería, un escampadero para los jóvenes que no pueden acceder a una universidad pública.
2. Los verdaderos maestros son contratados por las instituciones educativas privadas, pues son las que le ofrecen mejores garantías laborales, mientras que el gobierno los mueve de aquí para allá y de allá para acá, lo que hace que los maestros brillen por su ausencia en los centros educativos públicos.
Mira a tu lado y piensa un poco si de verdad le confiarías la educación de tu hijo a ese profesor que tal vez fue compañero tuyo en la escuela o colegio, ¿será que desde muy joven se le veía ese interés por enseñar?, ¿si era lo suficientemente inteligente y dedicado como para enseñarle todo lo que se debe a un niño o joven que está en crecimiento? El punto frágil de un país está en la educación de sus niños y jóvenes, ero pareciera ser que a Colombia no le importa esto. Si los educan brutos, ¿qué gobierno van a elegir?
Esta historia continuará, en la próxima columna: ¡Dime cuánto dinero traes y te diré qué título educativo te doy!