Leo con sorpresa que muchos columnistas de prensa y políticos profesionales y hasta un premio Nobel de paz y más de cien organizaciones de todo el mundo se indignan de que Álvaro Uribe haya sido elegido por una cadena de televisión internacional como el Gran Colombiano. Comparto la indignación pero me asombra el alboroto cuando ya se sabe que todo lo que pone Uribe son huevos podridos. La encuesta de History Channel busca influir para que el ex presidente no sea llevado ante la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes contra los derechos humanos y masacres cometidas durante su mandato que no han sido estudiadas a fondo por la justicia colombiana.
El asesinato de los jóvenes de Soacha y de muchos campesinos que fueron presentados como guerrilleros muertos en combate y que Álvaro Uribe dijo que se trataba de “casos aislados”, la Corte Penal lo desestima y advierte que “hay bases razonables para creer que se trató de una política de Estado; estos asesinatos, cometidos para aumentar los índices de éxito militar, podrían considerarse crímenes de lesa humanidad”.
No sé si los de History Channel encuestaron a las madres de Soacha, a los indígenas del putumayo, a los campesinos de Tibú, a los raspachines del Catatumbo, a los arahuacos de la sierra nevada, a los sobrevivientes de los Montes de María, a los padres de Edwin López y Gerson Gallardo, a los Koguis, a los estudiantes de las universidades públicas, a la comunidad LGBTI, a la viuda de Tirso Vélez, a los 5,5 millones de desplazados internos por la violencia paramilitar. No sé si encuestaron a los pequeños industriales del calzado que quebraron por el TLC. En fin: allí no aparece la voz de ninguna de las víctimas de las Convivir que Álvaro Uribe promovió y financió y que luego se le salió de madre dando origen a las Autodefensas Unidas de Colombia.
No voy a entrar en el juego de descalificar la encuesta. De repetir lo que dicen las redes sociales en el sentido de que todo fue una argucia de J.J. Rendón para levantar la popularidad de Uribe y blindarlo contra los procesos judiciales que tiene en curso. Pero es descabellado que un gamín como Uribe, que le dice a sus amigos “si lo veo, le doy en la cara, marica”, con ese tonito de traqueto paisa, sea más importante que el neurofisiólogo Rodolfo Llinás. Un ex presidente que tiene a todos sus más cercanos colaboradores presos por vínculos con el narco paramilitarismo no puede ser el hombre más importante de Colombia.
Lo que sucede es que no nos dijeron a qué Colombia se referían. Porque hay muchas. La Colombia de Uribe no es la misma de la del campesino que es regado con glifosato desde aviones militares. La Colombia de History Channel es la paramilitariza por Álvaro Uribe, por el gran paracolombiano que introdujo en el lenguaje de la vida cotidiana la gramática de las balas.
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