Alejandro Manuel Palacio Zawady nunca soñó con ser un galán de televisión. Era gordo, feo y desaliñado. Pero cuando entró a la pantalla chica pasó de patito feo a cisne. Empezó a hacer cardio 40 minutos en ayunas y 40 minutos en la noche. Se alejó de las harinas, incluyó varias tazas de té verde en su día y las sesiones de mesoterapia con el doctor Sergio Rada hicieron su efecto. El resultado fueron 10 kilos menos en la báscula y un abdomen de chocolatina que lució en la portada del especial de los más bellos de tv y novelas 2013. Ese mismo año estrenó su faceta como presentador. Lo hizo en la segunda temporada de La Voz Colombia, repitió el año siguiente en la versión infantil del formato, y en 2015 se consolida como presentador oficial del mismo.
Aunque en tan sólo cinco años se convirtió en una de las caras más queridas de la televisión, el camino al éxito no fue fácil. Como tantos otros hizo fila durante ocho horas para presentarse, sin éxito, a Protagonistas de Novela, Latin American Idol y cuanto reality había en la época. Esos rechazos le hicieron creer que no tenía talento artístico y que lo mejor sería seguir estudiando Relaciones internacionales en la Universidad del Norte. Pero allí duraría apenas dos semestres y su participación en el Festival de Música Uninorte –donde conoció al acordeonero Beto Villa- fueron suficientes para que cambiara las aulas de clase por las tarimas vallenatas. A los 19 años emigró a Estados Unidos aburrido de sus intentos frustrados por abrirse camino en el espectáculo nacional. Allá llegó a Miami y después se mudó a Nueva York en donde fue contactado por Israel Romero, el director del Binomio de Oro y así empezaron sus cuatro años con una de las agrupaciones vallenatas más importantes de Colombia, considerada como la Universidad del Vallenato. Entre sus mayores logros están dos nominaciones al Grammy Latino y el haber sido Artista Vallenato del año en la Feria de Cali 2005.
Sin embargo, siempre tuvo algo que para triunfar en el mundo del espectáculo es más importante que la propia belleza. Lo suyo es una gracia que no se adquiere en un gimnasio ni se aprende en una escuela de actuación. Algunos lo llaman ángel, otros chispa o carisma, pero en todo caso, Alejandro Palacio puede cautivar al televidente. De no haber sido así, hubiera pasado desapercibido cuando debutó en televisión en 2009 interpretando a Manuel “El Duro” Isaza. Era un llano papel antagónico de una serie protagonizada por Karol Márquez. No obstante, el samario se robó todo el show. Lo que más se recuerda de la serie son las canciones de su personaje. Tanto Chivita de Amor como Contenido Original sonaban en las emisoras del momento y trascendieron mucho más allá de la televisión.
A la actuación llegó por una llamada de Hernán Correa, director de casting de Colombiana de Televisión. Acababa de retirarse del Binomio de Oro y necesitaban un actor que cantara vallenato. Fue así como se ganó su primer papel en Oye Bonita y desde entonces alterna su música con la televisión
Una vez acabó Oye Bonita, no pasó mucho tiempo para que Caracol se diera cuenta de la potencial estrella que acaba de debutar en su pantalla. Luego vino un segundo personaje en Tierra de Cantores y otro como policía en Dónde carajos está Umaña. Con este último no alcanzó a completar más de 40 capítulos porque se ganó el protagónico de Rafael Orozco, telenovela donde fue pareja de Taliana Vargas. Eso sí, las series y telenovelas en que ha participado tienen una cosa en común; todas han sido de ambientación costeña y hay vallenato sonando.
Hoy tiene a sus pies el mundo del espectáculo en Colombia. Con Caracol tiene luz verde para presentar y actuar. Cuando no está ante una cámara está sobre una tarima cantando, puede ser en Colombia o en países como Venezuela, donde también es admirado en sus dos facetas como cantante y actor. A los 30 años vive algo muy parecido a la felicidad está casado con la presentadora de Telecaribe Dina Arias Horlandy y con ella es padre de 3 niños, a los que dedica el escaso tiempo libre que tiene. Después de todo, no hay nada más placentero para él que el abrazo de su familia al llegar de cada presentación, o grabación.
