Colombia es una sociedad fracturada por la desigualdad económica, la discriminación étnico-racial y el conflicto social; hemos llegado al extremo de ultrajar a un presidente por promover unas reformas sociales urgentes. Es el razonamiento que lleva a otro a descalificar y disminuir a las personas: es el mercachifle disfrazado de político porque está detrás del lordolar y el Estado como botín, además de violar la ley es porque precisamente existe un estado de laxitud que convierte la legalidad en una referencia lejana, ajustable a su propia codicia y a las necesidades de quienes se favorecen con esa conducta.
Ciertamente nos hemos resignado a la mentira. No se explicaría sino que durante tantos años una institución encuestadoras arrojase estadísticas falsificadas con alevosía para desdibujar que un mandatario ha formulado un vibrante llamado a la unión con justicia social y ciertos medios confabulados le han lanzado pestes, calumnias, estigmatización y odios expresados en sospechas.
Cuentan que este cinismo tiene como referente desde los griegos toda vez que el engaño y la mentira, se consideran como armas de destrucción social que esclavizan a los seres humanos, pues pueden hacer que actuemos en contra de nuestros intereses y que renunciemos sin saberlo a ser auténticamente libres.
La difamación, la calumnia, la difusión de información falsa de los “medios” o de dudas malintencionadas constituyen a esta altura una auténtica industria puesta al servicio de estrategias de arrebatar el poder y es el fundamento de mecanismos de dominio de una clase social sobre otra. En la historia de la comunicación social y de los medios podemos encontrar el origen de la manipulación informativa y de la decadencia de la verdad.
En las obras “Morales y de costumbres”, Plutarco menciona a Medion de Larisa como consejero de Alejandro Magno dándole la siguiente recomendación: “Siembren confiadamente la calumnia, muerdan con ella, cuando la gente cura su llaga, siempre queda la cicatriz”.
Este ambiente de tirantez, odio y estigmatización de ciertos políticos se le agrega el acopio que se señaló que las decisiones judiciales de una Fiscalía con las cuales ese Poder paraliza o retrasa las acciones del gobierno se orientan a dar un golpe de Estado técnico neutralizando al Poder Ejecutivo para que no pueda desempeñar sus funciones dejando atrás la técnica del bonapartismo continuó uno de los más terribles tiempos para el subcontinente por golpes de Estado: las casi cuatro décadas de feroces en que cayeron, para el otro lado, Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile, Ecuador, Perú, Venezuela y también los países centroamericanos
De otro lado nos encontramos con partidos históricos desvencijados u otros partidos oligarquizados que están en el gobierno y podrían construir formas distintas de representatividad, pero generan sobre todo procesos de desintegración, un descontento generalizado, lucha de facciones, pero el procedimiento más efectivo hoy día es el de la interferencia judicial en el ejercicio del gobierno arrancó a la par de una década , pues desde un comienzo la ultraderecha se ha organizado y ha invertido ingentes recursos para obtener en fiscalías lo que no consigue en las urnas, empeño en el que ha contado con un apoyo regular de poderes fácticos.
El despliegue de estas miserias su falla principal, es el afán patológico de dominar, su obsesión por el poder. Dice Enrique Valiente Noailles que el señalamiento del otro sin fundamento es una forma del desprecio y esa es la patología del dominio. Y el desprecio cumple también una secreta función: es el primer paso que se da con la finalidad de que la dignidad del otro sea destruida y que, por lo tanto, no se perciba como demasiado costosa su supresión. El desprecio es la coartada inicial que torna menos doloroso suprimir al otro, nuevamente, en términos físicos, simbólicos o, sencillamente, en su derecho a la palabra y el efecto de resaltar una demencial superioridad propia verbigracia la antipolítica senadora Cabal.
Este fenómeno social se acentúa cuando un dirigente extraño a los grupos dominantes de siempre y con el reacomodo de que los cargos históricamente son de su exclusiva propiedad, y si alguien se atreve a acceder a ellos ejemplo el presidente Petro y la vicepresidente Francia Márquez es una osadía y lo más grave si prioriza las cifras de pobreza que reflejan el deterioro económico del país, debido a los altos índices de desempleo y subempleo es lo que los sociólogos denomina la difusión de la aporofobia (el odio a los pobres) y, en general, a otros que están en el camino y que pueden ser portadores de enfermedad del hambre y no importa que el mundo desborda de víctimas. Viendo los números de la pobreza, de los desplazados, de las guerras, se diría que al mundo le sobra una tercera parte de la población.