Sucedió con el golpe de Estado en España contra el gobierno socialista en la década de 1930, en Argentina contra Perón en 1955, en el Congo contra Patrice Lumumba en 1960, en Chile contra Salvador Allende en 1973, y recientemente en Perú contra Pedro Castillo y hasta hace algunas horas en Ecuador contra el congreso. El sello de estos golpes de Estado ha sido la misma, autoría de la derecha conservadora, ortodoxa, clasista, estamental, en que la élite económica y política son los protagonistas.
No sobra mencionar que esta sociedad estamental elitista siempre son los dueños de los grandes medios de comunicación, las grandes industrias, los que adquieren los grandes contratos de los diferentes gobiernos, los que manejan a su antojo las instituciones de control y saben cómo manipular a la gente en épocas de elecciones, haciéndoles creer lo que quieren que crean.
Y en Colombia, después de la victoria democrática de Gustavo Petro, desde hace rato vienen sonando vientos golpistas. Y es cierto, todos los golpes de Estado en la historia son cantados, la gente lo sabe, pero hay silencio.
Hasta el mismo presidente Petro lo ha venido denunciando, lo hace con el propósito de que el pueblo reaccione ante la inminencia de un golpe, ahora bien, hay que recordar el modus operandi de la derecha, buscan una justificación grande, lo suficientemente poderosa que estruje al mundo político, que indigne a la sociedad.
Para ello y con la ayuda de los grandes medios tradicionales harán que un pequeño error político, por insignificante que sea, lo engrandezcan hasta convertirlo en un delito de tamaño desproporcional, entonces, una vez fabricada la justificación, se procede con un supuesto procedimiento institucional, que no es otra cosa que legalizar el golpe.
Pinochet justificó el golpe, Mussolini justificó el golpe, y todos los demás golpes con supuestos procedimientos “legales”.
Pero hay un pueblo colombiano que debe hacer valer su poder de pueblo, que debe estar atento, advirtiendo a esa élite estamental que no se quedará de brazos cruzados si algo se llegara a concretar.
¿Creían que el asunto de las revoluciones era cosa del pasado? Date cuenta que estamos ad portas de una nueva revolución, de esas que habrás leído en la historia.
