Buena parte de sus 27 años de vida los ha pasado en las canchas de golf y muy especialmente en el club La Pradera en la sabana de Bogotá, del que su mamá Alicia Naranjo de quien heredó la afición, fue presidenta. La ingeniera civil de la Universidad de Los Andes fue directora técnica del espacio público en el IDU en la alcaldía de Enrique Peñalosa y, como muchos funcionarios de ese gobierno distrital, llegó a la primera presidencia de Álvaro Uribe de la mano de Alicia Arango a ocupar la dirección de Invías donde se retiró por diferencias con el entonces ministro de Transporte, Andrés Uriel Gallego, por la polémica conciliación con el consorcio español Commsa -Concesionario del Magdalena medio- responsables de un tramo importante de la Ruta del sol, litigio que le significó, además, tener que soportar un agrio debate de control político en el Congreso liderado por el senador detenido por la parapolítica, el cartagenero Javier Cáceres.
Hasta el último día antes de su salida del gobierno Uribe dejó en claro sus diferencias con el ministro, pero su admiración intacta por el presidente Uribe cuyo entusiasmo y compromiso, en palabras suyas, no la habían dejado renunciar antes. Una cercanía y lealtad que puede convertirse, porque no, en un punto de encuentro entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe.
Pero no será en una cancha de golf, deporte que está en las antípodas de Uribe, un deporte que practica el presidente Santos y su hijo Martín, el compañero del colegio Anglo colombiano de Sebastián, y quien le presentó hace cinco años a su hermana Maria Antonia.
El momento cumbre de la carrera de Sebastián como golfista fue en el abierto de La Sabana del año 2012. En ese momento, al ganar sin objeciones el campeonato en categoría aficionados pudo confirmar que los rumores que despertaba su juego eran una realidad. Al levantar el trofeo su nombre entraba en la élite del golf aficionado, en el ranking mundial de la Royal & Ancient Golf, en el puesto 364 entre los 6.556 golfistas inscritos en todo el mundo.
El golf ha sido su gran aliado en la vida social e incluso profesional. Su habilidad le abrió el camino para obtener una beca en Barry University en los Estados Unidos, en donde se graduaría, en mayo del 2007, como Administrador de Empresas. Trabajó cuatro años en su profesión para jugársela por su talento deportivo y en el 2011 dio un paso definitivo: se trasladó a vivir a la Florida para acceder a la academia de Gary Gilchrist, uno de los 50 mejores entrenadores de golf del mundo. Bajo su tutela han salido golfistas que han logrado entrar al Top 100 de la PGA como Suzann Petersen, Michel Wie, Vicky Hurst, Karen Stupples, Sophie Gustafson, Sean O'Hair, Aree Song, In-Kyung Kim y Song-Hee Kim. Fue allí donde conoció al entrenador colombiano Ricardo Ronderos y entabló amistad con el exitoso golfista caleño José Manuel Garrido.
Al título del Abierto de la Sabana se sumó en el mismo 2012 un segundo lugar en el Campeonato del club La Pradera y el hecho notable de ser el único jugador aficionado en clasificar al Abierto de Puerto Rico, campeonato de la PGA Tour. El viejo sueño de ser un golfista profesional se hizo realidad durante el mes de septiembre.
Su mejor resultado como profesional fue el año pasado cuando ocupó la octava casilla en el Colombia Championship. En el circuito sus colegas lo conocen por su larga pegada que le ha valido los mejores comentarios aunque, hasta el momento, no ha logrado la consistencia que quieren verle sus entrenadores.
Uno de los factores que ha impedido que desarrolle todo su potencial son las continuas lesiones que ha tenido que soportar. De allí que trabaje permanentemente la espalda, la muñeca y el talón, claves para el desempeño de un buen golfista. Disciplinado con la fisioterapia espera estar en forma para enfrentar el ajetreo del segundo semestre. Por el momento, combina su preparación deportiva con su trabajo empresarial como cabeza de la cadena de ferreterías Construrama.
El matrimonio con Maria Antonia Santos fue el año pasado, y, entretanto, puede pasar mucho en el golf y en la política en donde su mamá, Alicia Naranjo de Pinzón, discreta y silenciosamente, puede jugar un inesperado papel.