Defiendo el transporte público. No es un asunto teórico; lo utilizo con frecuencia. Uso Mio y taxi. Esos espacios son unos buenos termómetros para tomarle el pulso a la vida política del país. Mientras me transporto, llevo una semana indagando sobre lo que piensa la gente del gobierno Petro que está a punto de completar cien días administrando a Colombia; casi todos coinciden en que Petro no ha hecho nada.
A mí me parece que esa percepción es verdaderamente injusta. Uno puede decir que lo que ha hecho la actual administración no le gusta, pero resulta inexacto afirmar que no ha hecho nada. Para mencionar apenas algunas tareas acometidas por el presidente y su gabinete en el poco tiempo que llevan en el poder, me permito mencionar algunas muy evidentes: reanudó relaciones con Venezuela, tramita actualmente una reforma tributaria donde ha oído a los contradictores; llevó la ley de paz total al Congreso y entra a conciliación la posibilidad de eliminar el servicio militar obligatorio introduciendo como alternativa el servicio social para la paz.
Sin embargo, la gente percibe que cada día la vida resulta más cara, que mercar es un imposible, que con la misma plata se compran la mitad de las cosas y que la carne ya se come si acaso una vez al mes; resulta en exceso costoso pagar los servicios públicos y en especial la tarifa de energía. La noticia del día es que Petro le subió el precio al pan. Sorprende semejante titular. Por lo absurdo. Pero se repite y vuela de boca en boca. No ven entonces nada del prometido cambio, y empiezan los epítetos malucos y las acusaciones: “todos son iguales cuando llegan al Palacio de Nariño”.
Es urgente que en la segunda encerrona de este viernes en Hato Grande donde ha convocado a sus ministros y ministras, dediquen un espacio amplio al asunto de las comunicaciones. En esto sí se raja el gobierno. Sus mensajes son contradictorios; unos ministros hablan de los asuntos que les competen a otras carteras, no coordinan entre ellos, e incluso al interior de los mismos ministerios los viceministros dicen una cosa y sus jefes otra. Han logrado poner a temblar a los mercados y no hay parte de tranquilidad para los empresarios. Tal vez más que en cualquier otro gobierno reciente, todo cuanto dicen tiene impacto.
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Han logrado poner a temblar a los mercados y no hay parte de tranquilidad para los empresarios
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Es necesario que el presidente establezca quiénes son los voceros en determinados temas. Es vital que a los colombianos se nos hable con la verdad, que trabajen en una estrategia de comunicación donde lo que transmitan sea tan claro que se evite, hasta donde sea posible, las falsas interpretaciones y la especulación. Dicen los cercanos al ejecutivo que no son sensibles a la crítica constructiva y que gradúan de enemigos a quienes se atreven a hacerles respetuosas sugerencias. Les obliga comunicarse asertivamente con sus gobernados y organizar y priorizar los mensajes.
El gobierno está llamado a tender puentes. El ministro del Interior Alfonso Prada debe iniciar los diálogos del prometido Acuerdo Nacional y el gobierno debe propiciar confianza. Los opositores ojalá aprendan a realizar una oposición constructiva en la que piensen primero en el país y no en sus intereses propios y electorales. Esto es posible si conversamos de manera civilizada, si se atiende la crítica y si el gobierno se organiza y entonces será capaz de contarnos claramente y en un lenguaje asertivo y sencillo qué hace y para dónde va.