Así nos duela --porque la mayoría de los colombianos no aprobamos la gestión del Presidente Santos-- lo cierto es que ayer 23 de junio de 2016, día en que se firmó el acuerdo de cese bilateral y definitivo del fuego y dejación de armas con Las FARC, es, sin lugar a dudas, el día histórico del siglo para Colombia, tal como lo atestiguaron seis jefes de estado y las autoridades de las principales organizaciones políticas del mundo, que estuvieron presentes en la firma que se efectuó en el Club Laguitos de La Habana. El gobierno la sacó del estadio.
La presencia del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, del presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Danilo Medina, de República Dominicana; de los presidentes de Venezuela, Cuba, Salvador, Chile, México; del Canciller de Noruega; de los delegados de Estados Unidos y Reino Unido en La Habana --para ser testigos de la firma del acuerdo entre el presidente Juan Manuel Santos y Timochenko-- son una muestra clara y contundente de la magnitud del suceso y del apoyo del mundo entero a lo que se firmó en este día histórico.
Ojalá que no se dispare un tiro más en Colombia, que podamos volver a pescar de noche, como dijo el Maestro Echandía, que los campesinos y ganaderos puedan trabajar sin el temor de perder parte del fruto de su trabajo con las odiosas vacunas, que podamos viajar de día o de noche sin temor a las pescas milagrosas o a retenes guerrilleros, ojalá que los acostumbrados a vivir de la guerra no le continúen poniendo talanqueras al desarrollo del proceso, y ojalá que todos entendamos que el comienzo del fin de la guerra está en las manos de todos y a todos nos toca ayudar para que la bola salga definitivamente del estadio de la violencia.