Estaba sentada hablando con mis amigos, cuando de pronto vi que mi mamá me mandó un video y junto con él me escribió: "lo único que le pido a Dios es que te alejes de esto". Ya tenía idea de qué se trataba pero decidí escucharlo, y como lo suponía tenía que ver con las drogas. Se trataba de Carlos, un oyente de la W, que dio un testimonio relacionado con uno de los temas más controvertidos en Colombia actualmente: el decreto de "la dosis mínima". Mientras escuchaba a Carlos hablar sobre el problema con las drogas que padece su hijo y la esperanza que vio él en Iván Duque, pensaba en el problema principal de los colombianos, que es no informarse rigurosamente de los temas delicados. Lo sé, suena a cliché, pero es cierto, y eso concluye en que el gobierno cree leyes inconstitucionales y con un radio de acción a corto plazo.
Comprendo la pasión con la que habla Carlos, su hijo tiene una adicción y ve la prohibición como una salida al problema, pero no lo es. Colombia ha luchado contra las drogas desde hace más de 45 años, poniendo cara a los cultivos emergentes en la Sierra Nevada de Santa Marta y posteriormente con los cultivos de coca, pero todas las estrategias para erradicar el problema del narcotráfico han sido insuficientes y poco integrales. Ahora ya no solo somos productores, sino también consumidores y todavía seguimos pensando en que la solución está en oponernos a los cambios y no controlarlos.
El decreto que quiere implantar el gobierno de Duque intenta detener a un carro que viene a 150 km con el freno de mano, y eso da como resultado que este se vuelque. No podemos estar atascados en un momento de la historia donde ya hubo un ganador, y no me refiero al Estado. El problema de que existan personas adictas, de que se fume marihuana en las calles, de que vaya en aumento la comercialización de drogas alucinógenas y de que esté llegando cada vez más fácil a colegios no se soluciona con la prohibición, nos lo muestra la historia, es algo que persiste y seguirá existiendo. El gobierno debe poner la cara al problema y replantearse su decisión, puesto que los que producen lo seguirán haciendo, reinventarán la manera de llegar a sus demandantes, aumentarán el precio de las drogas y con el tiempo se volverá un negocio más rentable. Por otro lado, los consumidores seguirán buscando la manera de conseguirla. En fin, penalizarla no llevará a que Colombia se vuelva un país libre de drogas, solo a cambiar el sistema de comercialización.
El problema del microtráfico se tiene que cortar de raíz, es más efectiva la regulación de los mercados de la droga que seguir dejando que el problema siempre vaya un paso adelante de nosotros. Esto está demostrado por países como Uruguay, México, Canadá, entre otros. Despenalizar el consumo lleva a la disminución del mismo y sirve como estrategia para desarmar el poder del narcotráfico. Se podrían crear empresas legales, fiscalizadas por el gobierno, lo que permitiría tener un campo de control cada vez más eficaz para que cada vez sea más difícil que llegue a los colegios. Además, al no existir intermediarios las ganancias tenderían a reducirse y el negocio comenzaría a perder su atractivo.