El proceso de paz entre el Estado colombiano y la extinta guerrilla de las FARC-EP, generó entre los habitantes y comunidades del departamento del Cauca un fuerte ambiente de optimismo y esperanza, ya que veían en este acuerdo de paz no solamente la superación de décadas de violencia sino la oportunidad de transformar positivamente la región, dando solución a problemáticas históricas como la marginalidad y pobreza en los sectores rurales, el acceso y distribución de la tierra y la sustitución de cultivos de uso ilícito.
Tres años después, no solamente no se cumplieron los compromisos referidos a la transformación social de la región, sino que escalaría nuevamente la violencia a un escenario de mayor degradación, incertidumbre y confusión al que se presentaba durante el histórico conflicto armado entre la insurgencia y el Estado Colombiano. Hoy en el departamento, no solamente se han incrementado gradualmente los cultivos de uso ilícito, sino que se ha venido recrudeciendo el escenario bélico con la proliferación y reposicionamiento de nuevos grupos armados (Disidencias de las FARC, ELN y grupos paramilitares), al tiempo que viene en asenso los asesinatos, las masacres, los desplazamientos, las amenazas, los atentados, los combates y otras modalidades de violencia.
Caracterización del conflicto armado en el Cauca
En el Cauca se registran tres guerras, una librada en región del Norte, donde se presenta con mayor agudización las violaciones de derechos humanos. En esta región caracterizada por la presencia de cultivos de marihuana, minería y por ser un corredor geoestratégico para el tránsito de armas y drogas, existe una fuerte disputa entre las disidencias y otros actores ilícitos contra las comunidades y organizaciones indígenas, siendo estos últimos duramente victimizados. La segunda región es el alto Patía, donde se presenta una guerra entre la guerrilla del ELN, disidencias y otros grupos armados que se disputan los cultivos de hoja de coca, una de las principales fuentes económicas de municipios como Argelia, Balboa y El Tambo. Finalmente se presenta un recrudecimiento de la violencia en la Costa Pacífica, que toma como protagonistas nuevamente a la guerrilla del ELN con grupos armados provenientes de la antigua guerrilla de las FARC, los cuales se encuentran asociados a mafias internacionales que aprovechan el océano para la salida y tránsito de estupefacientes hacia Centroamérica y los mercados internacionales.
El Cauca es el departamento con las cifras más altas en toda Colombia de asesinato de líderes/as sociales, defensores/as de derechos humanos y excombatientes de FARC. Este tipo de violencia se ha concentrado especialmente contra las autoridades y liderazgos indígenas, campesinos, afrodescendientes, activistas de víctimas y líderes de juntas de acción comunal. Entre los móviles de la violencia contra los liderazgos sociales se encuentran conflictos por la gobernabilidad del territorio, la oposición al narcotráfico y a los grupos armados, la lucha por la implementación del acuerdo de paz y los procesos de movilización social, toma de tierras y bloqueo de vías que se que se presentan en la región. Además de los asesinatos, la violencia contra los líderes sociales también se expresa a través de amenazas, panfletos, atentados y seguimientos e intimidaciones, todo en un ambiente de fuerte confusión que dificulta la identificación de los victimarios.
La doble tragedia del departamento del Cauca
La doble tragedia del departamento del Cauca recae en la sin salida y falta de soluciones a la actual problemática. Por un lado se encuentran unos nuevos grupos armado que a diferencias de las antiguas FARC, carecen de un horizonte político y su principal razón de ser es el narcotráfico y el lucro económico. Estos nuevos grupos armados profundamente degradados se han aprovechado del escenario de confusión para violentar de forma sistemática a las comunidades que se oponen a su presencia, al mismo tiempo que se aprovechan de la pobreza, falta de oportunidades e incumplimientos del gobierno en materia de sustitución de cultivos de uso ilícito para la cooptación y manipulación de quienes encuentran en la hoja de coca, amapola y marihuana la única forma de substituir en estos territorios.
Por el otro lado se encuentra un gobierno indolente, mezquino e ineficiente, cuya institucionalidad y fuerza pública en gran parte ha sido cooptado a nivel regional por las mafias territoriales, lo cual se refleja en la ineficiencia a la hora de enfrentar el problema. El Estado Colombiano y especialmente el gobierno uribista de Iván Duque, no solamente han incumplido con el acuerdo de paz, sino que se benefician del estado actual de violencia que atraviesan distintas regiones de Colombia, lo cual alimenta por un lado su discurso y espíritu bélico y por otro destruyen la gobernabilidad, organización y procesos de resistencia del movimiento social, duramente victimizado por las mafias territoriales. En el departamento del Cauca, el narcotráfico, las disidencias y los grupos paramilitares subsisten bajo el beneplácito, conveniencia del Estado Colombiano.