Desde la firma del acuerdo Gobierno-Farc en el Teatro Colón hasta la fecha se calcula en 250 la cifra de asesinados entre policías, militares, guerrilleros, exguerrilleros y familiares de estos, líderes sociales y defensores de derechos humanos. De ellos ni siquiera el 10% estaba al servicio del Estado.
Los días 3 y 4 de febrero fueron homenajeados los 5 policías asesinados en el ataque terrorista de Barranquilla, a quienes los medios y las autoridades calificaron de héroes. Y bueno, ¿cuándo será el homenaje a las mujeres y hombres asesinados que eran líderes sociales, defensores de derechos humanos y excombatientes desarmados de las Farc? Son más de 200. ¿Es que estos muertos son desechables, basura? Por lo visto, así son considerados por las entidades estatales. Claro que este es el ejemplo de muchos oligarcas y burócratas, como el dueño de El Ubérrimo, quien los acusa de terroristas.
Devolviendo la película histórica, los primeros maestros fueron los conquistadores españoles que asesinaron a nuestros aborígenes para arrebatarles el oro, después el ejército realista que asesinó a nuestros héroes luchadores por la independencia. Recordemos a José Antonio Galán, desmembrado y regadas sus partes por todo el territorio para escarmiento público, a la Pola, al sabio Caldas y a toda esa pléyade de mártires de comienzos del siglo XIX. Durante la hegemonía conservadora de 1886 a 1930 sucedieron, entre otros, el asesinato del socialista Rafael Uribe Uribe, del estudiante Gonzalo Bravo Pérez, la masacre de las Bananeras, que no es ningún mito. Y en la última hegemonía derechista que cumple 72 años, desde 1946 hasta hoy, la cifra de asesinatos por motivos políticos asciende a centenares de miles, destacándose varios candidatos presidenciales (Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, Carlos Pizarro León Gómez), estudiantes que luchaban contra la dictadura rojaspinillista y otros malos gobiernos, guerrilleros liberales desmovilizados, la militancia más destacada de la Unión Patriótica; el candidato presidencial Luis Carlos Galán y el exministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, liberales asesinados por el cartel de narcotraficantes.
La sociedad colombiana está polarizada. Por eso no es extraño que algunas personas de extrema derecha, provocadores a sueldo, ex policías, ex militares, criados y formados para la guerra, más el lumpen ignorante, hayan insultado en Armenia al candidato presidencial de las FARC, Rodrigo Londoño. Lo mismo han hecho los enemigos de Uribe Vélez, con insultos similares: ¡fuera Timo, guerrillero asesino!, ¡fuera Uribe, paraco masacrador! Tampoco es raro el sesgo informativo de muchos periodistas, dándole el mayor despliegue a los voceros de la derecha y ocultando las consignas de los de la izquierda, como: ¡viva el partido de las Farc!, ¡viva la paz!, ¡viva el pluralismo! Y cuando vienen los del Centro Democrático ocurre todo lo contrario: micrófono abierto para ellos e invisibilización para sus opositores. Si no se deponen los odios viscerales va a ser imposible la construcción de una Colombia pacífica.
Un policía honesto, porque también los hay corruptos, es similar a un defensor de los DD.HH. ¿Por qué el primero es tratado como héroe y el segundo como terrorista? Es la costumbre ancestral de la burguesía colombiana, aferrada al poder, utilizando todo tipo de armas, físicas e ideológicas. Para esas castas excluyentes las guerrillas, formadas por campesinos pobres y gentes del común, obligados a alzarse en armas ante la desatención estatal y la antidemocracia, son detestables, así hayan suspendido la guerra y entregado las armas, mientras los paramilitares, autores del 80% de las muertes violentas, del despojo de tierras y del desplazamiento forzado son merecedores de sus aplausos de gratitud. ¿Esto no es doble moral?
Durante los últimos 170 años, la burguesía reaccionaria liberal conservadora, con el mismo programa en contra de los pobres y en favor de los multimillonarios, de las multinacionales y de las metrópolis capitalistas, ha gobernado durante 126 años y los liberales progresistas apenas 44.
Si los de abajo no despiertan y entienden que están siendo idiotas útiles de las castas apoderadas del Estado, seguirán reinando la miseria, la pobreza, la inseguridad, la corrupción, la destrucción de la naturaleza y la dignidad humana continuará pisoteada. Es preciso estudiar con lupa la hoja de vida de cada candidato para que el 11 de marzo no vayamos a meter las de caminar. Votemos por los candidatos decentes.