¿Hasta cuándo seguirá la clase política chocoana atentando contra el erario público de este empobrecido departamento?
Nos liberamos de Franklin y de los protegidos de Edgar Eulises Torres (Luis Gilberto Murillo Urrutia y Julio Ibargüen) para caer en manos de la casa Sánchez Montes y luego en el apetito voraz de los sucesores de Halaby con Ariel Palacios Calderón y sus secuaces.
Ahora bien, por el momento de pandemia que vive el país y por la situación del departamento puede considerarse como un delito de lesa humanidad lo que hizo el hoy gobernador al intentar destinar una cuantiosa cifra ($2.091.500.000) a un contrato con la Fundación Chocó Saludable, que no era imperioso en esta emergencia, sobre todo cuando estos recursos bien pueden utilizarse en la dotación de los elementos de prevención del personal médico, el pago de sus sueldos, etcétera.
Si bien ya se reversó, el mandatario ya mostró el cobre. Ahora el pueblo ya sabe qué le espera durante su administración. ¿Será que al Chocó nunca le tocará un gobernador o un alcalde progresista, que piense en su tierra y en su gente?
Todos, absolutamente todos, en los últimos treinta años, han contribuido a que el departamento no crezca. De hecho, lo único que han conseguido es acabar con lo poco que había. Vendieron el Hotel Citara, la Fábrica de Licores, parte del antiguo Teatro César Conto, la Lotería, las Empresas Publicas de Quibdó y la Electrificadora del Chocó.