La periodista Alexandra Montoya, conocida por sus imitaciones en La Luciérnaga estaba empeñada en ser mamá, sin consideración de su pareja. Tenía 39 años, una edad que la colocaba en los límites para fecundar. Supo ocasionalmente por una amiga de la posibilidad de la inseminación artificial.
Un año después de negociarlo con su conciencia, su iglesia católica y su familia más cercana se decidió y en el 2011 empezó el proceso en una reconocida clínica de fertilidad de Bogotá. Juan José, su hijo, nació en 2012.
Tuvo suerte, porque el gran lio para las mujeres que quieren ser mamás, es encontrar la posibilidad de fecundar con semen de donantes desconocidos. Una tarea a la que se ha aplicado el ginecólogo Germán Ospina, director de la clínica Inser, con cuatro sedes en Colombia: Medellín, Bogotá, Cartagena y Pereira- Lleva 25 años en el empeño de conseguir donantes de semen para que las parejas o mujeres solas logren realizar su maternidad. Su interés viene de tiempo atrás, desde que era estudiante en la Universidad Javeriana y se especializó en medicina reproductiva.
Su fuerte está en la inseminación y para ello la clave está en encontrar donantes de espermatozoides, una tarea que no es fácil, porque son voluntarios y los bancos de semen, que son veinte en Colombia, no pagan y además son exigentes. Se debe superar una serie de análisis médicos y psicológicos que toman tiempo, antes de ser el semen aceptado.
Las características físicas cuentan por los patrones que buscan las mujeres que acuden con estereotipos marcados de hombres de ojos claros, bancos, rubios y altos, no exactamente el perfil común en el país. Un obstáculo con el que se topa permanente el medico German Ospina quien está al frente de estos procesos.
Si el donante es apto es llamado a la clínica donde deberá someterse a revisiones clínicas, con exámenes de sangre y orina para descartar enfermedades o infecciones que puedan alterar genéticamente al bebé. Deberá llegar con tres días de abstinencia sexual, sin haber eyaculado por ninguna causa, este es el tiempo necesario para que el semen tenga bien cargadas todas sus propiedades y entregar una primera muestra, para lo que lo dejan en privacidad en una pequeña y cómoda habitación con videos pornográficos, por si se necesita inspiración.
Luego de que el donante pase los primeros exámenes y los análisis a su esperma también superen las pruebas hay otras tres tomas de muestras de semen en días posteriores, la última se congelará durante seis meses, transcurrido aquel tiempo la muestra vuelve a ser analizada y si supera estás pruebas entonces oficialmente será un donante de espermatozoides.
Las muestras, en óptimas condiciones, pueden reposar en el banco de semen por unos 30 o 40 años. Se guardan a temperaturas promedio a los –200 grados centígrados.
La inseminación artificial en el país con el semen de un donante está en promedio en $5 millones, según información recogida de la clínica Eugin, ubicada en el norte de Bogotá.
Al mes, en promedio, la clínica Inser puede estar recibiendo cinco donantes, de los cuales dos o tres terminan siendo aptos. Este es un número regular en las casi 25 clínicas de fertilidad que hay en el país. La cifra de mujeres y/o parejas que buscan tener hijos con inseminación de donante, también son en promedio unas cinco, pero a veces las características que necesitan las pacientes no están.
–Los hombres deben entender que el donar esperma es una labor que ayuda a muchas mujeres y parejas a ser padres— reitera el doctor Ospina, quien cuenta que a veces hay que salir a buscar los donantes a través de campañas porque hay meses en que no aparecen y la lista de espera se alarga, así como la frustración de los futuros padres, que se transforma en felicidad cuando en el vientre de la madre hay un bebé, que no podría estar ahí sin la ayuda de donador anónimo, de esos que tanto se necesitan.