Cuando el general (r) Javier Alberto Flórez supo que ya no era el comandante máximo de la Fuerza Omega, la unidad militar más importante de este país, pensó que lo estaban retirando a las malas. Pasó de estar al frente de 25.000 soldados a dirigir la jefatura de Educación y Doctrina de las Fuerzas Militares, un puesto medio para el que nunca tuvo experiencia. Flórez siempre fue un hombre tropelero, no de estar al frente de un escritorio o encerrado en batallones —en donde vivió cerca de 40 años—, sino de selva y trocha. Con fusil al hombro, siempre fue el primero en poner el pecho durante los operativos que comandó.
La movida resultó breve. Pocos meses después, el general recibió una llamada anunciándole el puesto que se había ganado en el Estado Mayor Conjunto, pero Flórez no recibió el anuncio como una buena noticia sino más bien la recta final de su carrera militar. El Estado Mayor es considerado entre las Fuerzas Armadas como un aviso de retiro. Estaba listo para entregar el uniforme, como le había prometido a su esposa desde hace varios años, cuando el entonces presidente Santos lo buscó en 2015 para darle un nuevo aire: liderar en la mesa de negociación con las FARC en La Habana la subcomisión técnica del Gobierno para el Fin del Conflicto.
Flórez meditó la propuesta varias semanas. Era un giro de 180 grados pasar del combate al diálogo, más cuando él había sido uno de los enemigos más acérrimos de la guerrilla. Mientras estuvo al frente de la Fuerza Conjunta Omega, lideró la operación Sodoma en la que murió el temido comandante de las Farc el Mono Jojoy, después de que bombardearan su campamento en La Macarena con 600 toneladas de explosivos. Durante 24 horas se enfrentaron con la tropa guerrillera, hasta que la obligaron a retirarse del lugar dejando abandonado el cuerpo de Jojoy. Flórez le había dado un golpe de muerte a las Farc y un impulso al recién posesionado Juan Manuel Santos, quien solo llevaba mes y medio en el poder.
No fue fácil para el general Flórez encontrarse en una mesa con sus enemigos más fuertes. Sin embargo, su papel fue clave para la terminación del conflicto y la entrega de armas de la guerrilla. Aunque era un militar de pies a cabeza, entrenado durante 40 años para hacer la guerra, Flórez fue el primero en apostarle a la paz. Cuando mandaban a los altos mandos del Ejército a charlas y pequeños cursos de derechos humanos y resolución de conflictos, él era el único que asistía personalmente, mientras que los demás enviaban a sus subalternos. Incluso, en una charla con decenas de militares, todos inclinados en derrotar con las armas a las FARC, Flórez puso sobre la mesa la posibilidad de un diálogo, a sabiendas que la balanza estaba a su favor.
Antes de entregar el Gobierno, Juan Manuel Santos recompensó al general, que estaba listo ahora sí para entregar su carta de retiro definitivo. En diciembre del 2017, dos meses después de abandonar las Fuerzas Militares, Santos lo nombró embajador en Paraguay, nombramiento que el presidente Duque ha decidido mantener.
*Este artículo fue actualizado el 08 de noviembre de 2018 tras corregir una información errónea. Inicialmente se dijo que el general (r) Javier Flórez comandó la operación Odiseo en la que se dio de baja a Alfonso Cano, lo cual no es cierto. Quien estuvo al frente del operativo militar fue el general (r) Juan Pablo Rodríguez Barragán.