Cinco años detrás de Otoniel, con todo el poderío del Estado bajo la Operación Agamenón y el objetivo no se ha logrado. El narco-paramilitar más buscado de Colombia, Darío Antonio Úsuga David, quien lidera el Clan del Golfo, un ejército de unos dos mil hombres ha sido escurridizo. Pocos lo han visto. Quienes logran tratarlo, como las niñas prostitutas que le llevan encapuchadas a sus campamentos, deben cumplir un pacto de silencio que al romperse se paga con la muerte.
A Otoniel lo cuidan unas 200 personas, 20 de ellas, su primer anillo de seguridad, no se le despegan. Actualmente el Clan del golfo está conformado por unos 1700 hombres directos y unos 2100 milicianos trabajan para el Clan.
Hace un par de semanas hubo una luz. El grupo de los ‘Lobos’, policías bien entrenados que le siguen los pasos, lograron captarlo con una cámara que habían clavado entre árboles en el Urabá antioqueño. Otoniel se vio diezmado, cansado y enfermo. El millonario patrón iba con ropa austera, en el lomo de una mula, rumbo a uno de sus escondites, que hoy en día son casas de madera y latón, levantadas de afán, en las que no pasa más de un día. La operación Agamenón lo tiene acorralado.
El Nuevo jefe de la operación que ya está viendo positivos es el recién posesionado como director de la Dijin, general Fernando Murillo, un policía de 53 años, experto en inteligencia, quien llegó al nuevo cargo con la orden presidencial de capturar o dar de baja a Otoniel y desbaratar el Clan del golfo, banda que Otoniel creó junto a su hermano, Juan de Dios Úsuga David, y a Daniel Rendón Herrera, alias “Don Mario”, a quien conoció cuando perteneció a las AUC.
El general Murillo, buen conocedor de investigaciones encubiertas, quien dirigió la policía en Medellín, Valle y Tolima y la central nacional de inteligencia, ha puesto a los Lobos muy cerca de su objetivo.
El pasado sábado cayó el segundo al mando del Clan del golfo, la mano derecha de Otoniel, Nelson Darío Hurtado Simanca alias 'marihuano'. Los hombres de inteligencia del general Murillo lo siguieron, lo ubicaron, y lo infiltraron, hasta que un francotirador lo mató después de haberse resistido a sangre y fuego a su captura. Con la caída de Inglaterra en julio del 2017 empezó la arrinconada final al jefe máximo del Cartel del Golfo.
Durante estos cinco años la operación Agamenón, en 1420 operaciones contra el Clan de Otoniel, le han incautado 4000 toneladas de cocaína, le han decomisado 2.194 bienes entre casas, fincas y carros, avaluados en más de $255 mil millones. Cuatro mil de sus hombres han sido capturados y al menos 150 han sido dados de baja.
Otoniel empezó su vida con la delincuencia y las armas a los 17 años, cuando integró la guerrilla EPL en la que solo permaneció dos años. Era finales de los años 80. Lo suyo era hacerse millonario y no la lucha por ideales sociales y políticos. Junto con su hermano, Juan de Dios Úsuga David –cuatro años mayor que él y quien lo metió en la milicia— buscaron meterse de paramilitares. En 1996 fueron acogidos por los hermanos Castaño, a quienes supieron ganarles la confianza.
Los hermanos Úsuga administraron cuentas y rutas de los Castaño Gil para sacar su cocaína del país. Adquirieron conocimiento, dinero y poder dentro de la organización hasta que se las AUC empezaron a negociar la desmovilización con el gobierno de Álvaro Uribe, negocio al que no se montaron los Úsuga ni Daniel Rendón Herrera, alias “Don Mario”, compañero en las AUC.
Tras la muerte de su hermano a manos de la policía y la captura de Don Mario, Otoniel se convirtió en el único patrón. El Clan del golfo pasó a ser el grupo narcoparamilitar más grande del país y su jefe, hoy de 49 años, el hombre más buscado de Colombia.
Por la ayuda con la captura o a darle de baja las autoridades nacionales ofrecen $3 mil millones y los gringos están ofreciendo USD$5 millones.
La operación Agamenón arrancó en el gobierno de Juan Manuel Santos, un plan que en 2016 estructuraron Juan Carlos Pinzón como ministro de Defensa y Rodolfo Palomino como director de la Policía. Desde 2019, por orden del presidente Iván Duque, se unieron a la tarea todas la Fuerzas Militares. Hoy son tres mil personas, entre hombres y mujeres del Ejército, la Policía, la Armada y la Fuerza Aérea, quienes divididos en diferentes grupos operativos le están pisando las huellas al más buscado.
