El general progresista colombiano

El general progresista colombiano

"Rojas Pinilla fue un visionario que propendió por la mejoría social de la ciudadanía"

Por: Luis Miguel Ariza
julio 23, 2021
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El general progresista colombiano

En los años veinte, poco antes o después, Colombia vivió uno de sus momentos aciagos respecto a anarquías políticas, asesinatos, desplazamientos forzados, expropiación de pertenencias a campesinos, paramilitarismo, delincuencia, sadismo y violaciones. Todo auspiciado por: el Partido Conservador y la Iglesia católica; y la subversión a nombre de liberales.

En los años cincuenta, el general Rojas Pinilla, con visión futurista, puso término al descuartizamiento mutuo de colombianos a nombre de algo que no podía tomarse con los dedos, pero que generaba un rencor entre quienes intervenían en la competencia, algo así como un crucial partido de fútbol.

Ahora bien, este militar nacido en Tunja fue visionario y propendió por la mejoría social de la ciudadanía. De hecho, según Biografías y Vidas:

En 1953 asumió la presidencia de la república tras deponer mediante un golpe de Estado a Laureano Gómez, hecho que fue recibido con el beneplácito de amplios sectores del país. El propósito central de Rojas Pinilla fue lograr la pacificación y el restablecimiento de las instituciones democráticas. Para ello propuso conceder la amnistía a los combatientes guerrilleros, la reconstrucción económica de las zonas afectadas por la violencia y la creación de un gobierno cívico-militar. Pero Rojas declaró fuera de la ley a los comunistas y mantuvo a distancia a los liberales, excluyendo del gabinete a los laureanistas.

Estableció un impuesto sobre los ingresos y sobre el patrimonio golpeando a los sectores más ricos de la sociedad. Para facilitar el manejo de las licencias de importación creó dos bancos públicos, medidas que los bancos privados consideraron como "competencia desleal". Todo ello aumentó la oposición y el descontento frente al gobierno, que el régimen intentó contrarrestar con la creación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y el Movimiento de Acción Nacional (MAN), pero muy pronto fracasaron y se disolvieron.

Rojas Pinilla fundó el Banco Cafetero, capitalizó la Caja Agraria y estableció el Instituto de Fomento Tabacalero. Impulsó las vías de comunicación, en particular el ferrocarril del Atlántico, la construcción del aeropuerto internacional de El Dorado en Bogotá, el de Barrancabermeja y otros cuarenta aeródromos en todo el país. En 1954 creó el Banco Popular y el Instituto Nacional de Abastecimiento (INA). En 1954, al cumplirse el primer aniversario del gobierno militar, se inauguró la Televisora Nacional.

En 1957 la oposición al régimen alcanzó su mayor intensidad. Rojas Pinilla, para mantenerse en el poder, acudió a la Asamblea Nacional Constituyente —de su confianza y manejo—, que prolongó su cargo de presidente hasta 1962. En respuesta, el Frente Cívico presentó su propio candidato, al que el gobierno intentó detener. Entre tanto, Alberto Lleras, del Partido liberal, y Laureano Gómez, del Partido Conservador, establecieron las bases de un acuerdo bipartidista de alternancia del poder, conocido como el Frente Nacional.

El 10 de mayo de ese año se produjo un paro nacional contra Rojas Pinilla organizado por la burguesía y los partidos liberal y conservador con participación de los estudiantes y los sindicatos. Rojas presentó la renuncia a su cargo en favor de una junta militar. La transición fue pacífica. De esta manera se abría paso la propuesta de reconciliación política partidista que se iniciaría al año siguiente con el gobierno del Frente Nacional, evitando que su gobierno se viera manchado por un baño de sangre innecesario porque su principal propósito era la paz.

Después del general Rojas Pinilla, nuevamente liberales y conservadores (posteriormente nuevos nombres políticos con la misma excusa) volvieron a sumir al país en otra devastadora guerra. Los asesinatos, los desplazamientos forzados, la expropiación de pertenencias a campesinos, el paramilitarismo, la delincuencia, el sadismo y violaciones volvieron. Nuevamente la anarquía, a la vanguardia.

Además, el presidente Juan Manuel Santos, también con la visión futurista del general en mención, quiso detener el desorden político y social del país que parece ser su mal definitivo, empezando por la delincuencia subversiva y el paramilitarismo empresarial. El asunto es que este señor la tuvo más difícil porque no contaba con el mando impositivo de aquel dentro del ejército, sino que manejó la situación desde la perspectiva diplomática, por eso tantos opositores, por eso tantos delincuentes torpedeando el proceso.

La paz no es rentable y muchos de los que fulgen como honorables próceres derivan sus ganancias de la anarquía. Al final de cuentas, el problema de Colombia no es la paz, sino el retrogradismo ultraconservador que limita toda forma de desarrollo en cualquier país que lo sufra.

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