Mi profundo respeto por todas las víctimas presentes.
Hago un llamado a dejar la indiferencia con las víctimas, porque al participar en un seminario sobre víctimas en España, uno de los organizadores manifestó, que al promover dicho evento un interesado manifestó, no voy porque no quiero escuchar desgracias y precisamente les digo que se deben crear comisiones por parte del gobierno y de las FARC para seguir escuchando a los sobrevivientes, a las víctimas para que como lo manifestara el primo Levi, sobreviviente de los campos de concentración de birkenau, hay que escucharlas para que encuentren ese desahogo liberador.
Pienso que el objetivo de este escrito es salvar vidas, porque demando a las FARC hechos de paz, para que niños reclutados por ustedes no mueran, que no estén en la primera fila, que no sean fusilados cuando no cumplen sus instrucciones, ustedes los integrantes de las FARC conocen mejor lo que pasa con sus integrantes, yo solo me limito a manifestar lo que algunos de ellos nos relataron cuando se hacían esas largas caminatas por la selva. Para qué soldados recién reclutados de centros urbanos y de zona rurales que incluso aún estaban estudiando y por tener 18 años y no tener libreta militar son llevados obligatoriamente a zonas rojas sin la preparación adecuada donde resultan afectados por la violencia de las FARC, para que policías que prestan un servicio a la comunidad en pueblos y veredas no sean asesinados, no se siga con el plan pistola que permanentemente afecta a los integrantes de la fuerza pública.
Hoy como todos los días doy gracias a Dios por la vida, la libertad, la salud, por el hecho de poder ver la luz, los colores, las montañas, los ríos el mar, por poder escuchar los diferentes sonidos especialmente de la música, por haberme permitido volver a caminar después de 5 semanas que no lo pude hacer durante esa caminata de la muerte cuando estábamos de huida por la ejecución del plan Colombia, por el amor de mi esposa, mis hijos y demás familiares. Por el disfrute de una comida, de una bebida, de un traje limpio y adecuado, por una cama cómoda donde pasar la noche, en fin por cada una de las cosas maravillosas que el todopoderoso me concede segundo a segundo.
Por poder enviar cartas a mi familia, tarjetas de cumpleaños, del día del amor y de la amistad, de Navidad sin el temor a que se pierdan o sean hurtadas.
Agradecer al ejército nacional por la operación camaleón que me trajo de nuevo a la libertad. Agradecer al señor general Naranjo por su colaboración con mi familia después de la carta de febrero del 2008. A pesar del veto y publicación de varios artículos en contra de las víctimas por parte de las FARC y particularmente contra mi, sólo hago una breve referencia con base a los conocimientos en la especialización que hice de derechos humanos y seminarios de derechos humanos sobre el terreno: los prisioneros de guerra de conformidad con el diccionario de derecho internacional de los conflictos armados son los combatientes que caen en poder del adversario en los conflictos armados internacionales. El caso nuestro fuimos rehenes, lo cual nos coloca como víctimas de una violación grave de un crimen de guerra ya que fuimos escudos humanos para evitar los operativos militares o empleados para realizar ciertos comportamientos como fue el chantaje con el denominado intercambio humanitario. La toma de rehenes genera graves consecuencias físicas y psicológicas tanto para los rehenes como para sus familias motivo por el cual, está prohibido por el derecho internacional humanitario aplicable a los conflictos armados internos. Las secuelas físicas y psicológicas son permanentes, a pesar que los tribunales médico laborales no lo quieran reconocer, pero ahí están, que no tengan en cuenta el dictamen de medicina legal de psiquiatría forense del daño psíquico y de la amnea grave del sueño ocasionada por la presión de las cadenas y los candados al cuello que me paralizaban medio cuerpo. Tampoco dieron aplicación al estatuto de prisionero de guerra.
Estuve secuestrado por ustedes durante 11 años 7 meses y 13 días sin luz solar, a la intemperie, sin abrigo, sin los abrazos de mis pequeños hijos y sin la cercanía de mi amada esposa, María Teresa. Enjaulado, encadenado, enfermo de paludismo de lehismaniasis y humillado. Creyeron quitármelo todo, pero jamás aprisionaron mi alma, mi espíritu.
Y hoy les hablo desde allí, desde la dignidad que nace de mis entrañas de ser humano, desde la libertad de hijo de Dios, para pedirles que depongan su arrogancia y no le tengan miedo a la verdad sobre el dolor y el desangre que le ocasionaron a Colombia. "La verdad os hará libres" y ustedes como nosotros necesitan reconstruirse a partir de las cenizas dejadas por esta violencia. Acepte venir hasta aquí para mirarlos a los ojos, de ser humano a ser humano, para buscar un destello de verdad en sus pupilas.
Ni una metodología diseñada para invisibilizar su verdad, ni la estrategia de polarizar, excluir, y estigmatizar a quien tiene observaciones sobre el proceso de paz. Ni el querer culpar a todos en la sociedad para intentar "justificar lo injustificable" logrará ocultar lo evidente: que ustedes en pleno siglo XXI esclavizaron seres humanos, los tuvieron en jaulas de concentración ,los torturaron, cometieron actos terroristas y se financiaron con el dinero maldito producto del secuestro la extorsión y el narcotráfico.
Ustedes pueden llamarme como quieran, reducirme a prisionero de guerra, pero olvidan que un mundo globalizado vió, lloró, y oró ante las vergonzosas imágenes de nuestra victimización. El dolor de nuestras madres, padres, hijos, esposas y de la sociedad en general, no puede quedar reducido aún dolor inútil, a un dolor sin sentido. Por esta razón lo donamos, lo unimos a los pies de Cristo, para que lo que ustedes no logran por la vía de la negación de la verdad, lo que no quieren ver ni con la luz de sus ojos, lo encuentren por la vía de la gracia: su propia conversión. La verdad como decía Santa Teresa de Jesús, padece más no perece.
A las víctimas de las FARC nos conminan a perdonar para que el proceso "salga bien" ¿perdonar a quienes nos encadenaron a nuestras propias lágrimas? ¿A quiénes nos condujeron hacia profundos laberintos de dolor, más oscuros que la selva húmeda y sin sol? ¿A quienes nos arrebataron la esperanza, los sueños y la dicha de ver crecer a nuestros hijos? ¿A quiénes no conocieron la compasión cuando la muerte hacía su ronda en la noche oscura? El perdón es un don espiritual que libera en primer lugar a quien lo otorga. Pero el perdón social no se nos puede exigir a las víctimas impunemente, con el pretexto de que sí no perdonamos no hay paz. Primero hay que merecerlo. Y se merece cuando hay unos actos públicos, explícitos, inequívocos y sinceros de contrición y se manifiesta propósito de enmienda, en público, no en privado.
Pero yo me pregunto ¿quieren ustedes nuestro perdón? ¿Hay arrepentimiento por el dolor causado a mi familia y a la de todos los que esperaron hasta 14 años para volver a abrazar a sus hijos? ¿Hay humanidad en sus corazones? ¿Seguimos siendo sólo efectos colaterales de la guerra? ¿Sienten compasión por quienes recibieron sus hijos en bolsas de polietileno? ¿Qué respuestas tienen para las madres que deambulan preguntando por el paradero de sus hijos, enlistados en las filas de las FARC o simplemente secuestrados y desaparecidos?
Señores de las FARC ¿están dispuestos ustedes a pedirnos perdón a las víctimas, a Colombia y a la humanidad por el daño causado?
Si es así y su vocación de paz es sincera, detengan ya la guerra. Ni un policía, ni un soldado, ni un civil más muerto. Denle al mundo un gesto de humanidad que no nos permita romper la comunicación que hoy se inicia. Tengan el valor de detener el fusil y no disparen más, no a las palabras que hieren y revictimizan. No admitimos que se derrame una gota más de sangre de soldados, policías y civiles colombianos en" medio de un proceso de paz". Ya no es posible disfrazar y justificar la muerte con ideologías caducas que desconocen la dignidad humana.
¿Por qué tenían que morir los colombianos que aparecen en esta larga lista entre soldados, policías y civiles? ¿Sabemos sus nombres? ¿Conocemos el luto e impotencia de sus familias? ¿Era necesario herir más y más generaciones de familias colombianas para encajar en la lógica de los académicos de la paz que no llevan luto por nadie? El pregón que anuncia el éxito de las conversaciones de paz en medio de los nuevos ataúdes, en casa de los más humildes, hiere el corazón de los colombianos. No podemos seguir recibiendo información disociada entre los hechos de guerra y las palabras de paz. Queremos coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace.
No entendemos que se les haya entregado a ustedes la potestad de ser juez y parte en estos encuentros con las víctimas. No comprendemos porqué se les ha entregado la pluma para escribir la historia de nuestra victimización y la de las víctimas de otros actores del conflicto.
Señores de las FARC, la historia debe llevar el sello de nuestra memoria, escrita con lágrimas de sangre. O nos incorporan al proceso con plena legitimidad, o emprenderemos nuestros propios caminos para reconstruir nuestra memoria y poder así honrar a nuestros muertos, que son los muertos de Colombia. Si no nos incorporan como interlocutores de plenos derechos, no cesaremos en nuestra búsqueda de la paz desde las víctimas y con la creación de una comisión civil de la verdad.
Sólo la verdad, el reconocimiento de sus víctimas y la solicitud pública de perdón los hará realmente libres, sin verdad continuarán encadenados y condenados a sí mismos, a su propio pasado, denle a Colombia hechos concretos de humanidad para recuperar la paz y la confianza perdida. Retomo las palabras del papa Juan Pablo II hoy santo "el perdón en modo alguno se contrapone a la justicia, porque no consiste en inhibirse ante las legítimas exigencias de reparación del orden violado" el drama humano no se silencia, ni se sepulta, sólo se resuelve cuando todos gritamos juntos.
Les hago un llamado porque en estos 30 meses de inicio, de aproximaciones y de diálogos no han sido liberados secuestrados civiles, se dirá que no hay secuestrados pero basta escuchar el programa "las voces del secuestro”, los sábados a partir de la media noche, para escuchar a los familiares de los que están secuestrados que envían mensajes a sus seres queridos.
Sugiero la creación de una comisión para la ubicación de los desaparecidos frente por frente o por columnas, para tal efecto se debe permitir la salida de guerrilleros de las cárceles para que den información de los lugares donde están los desaparecidos y hago un llamado para que nos digan que pasó con nuestro compañero de cautiverio Luis Hernando Peña Bonilla que un día fue sacado de una de estas jaulas por alias "sombra "para tratamiento psicológico, pero fue desaparecido, posteriormente por uno de los liberados en la operación "jaque” conocimos que un guerrillero manifestó que había sido fusilado y solicitamos información del patrullero Canencio Murcia secuestrado en la acción violenta de las FARC en Puerto Rico(Meta) quien logró escaparse de una jaula de concentración, pero fue localizado y fusilado. Queremos la ubicación de ellos, para que podamos entregar los restos a sus familias para que ellos puedan darle cristiana sepultura y puedan tener descanso, después de tantos años de sufrimiento sin saber que pasó con sus seres queridos.
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Luis Mendieta