“Dirigentes liberales actuales, excongresistas y militantes nuevos y antiguos se adhirieron a la decisión de apoyar a Petro"(https://www.elcolombiano.com/antioquia/liberales-paisas-no-le-copian-a-gaviria-y-apoyan-a-petro-CA17062819).
Eso es lo que hay que hacer: que los verdaderos liberales se desmarquen del gamonalismo que quiere imponer todavía, ¡en pleno siglo XXI!, el expresidente César Gaviria. El gamonalismo es arcaico, contrario a la democracia, es lo mismo que las “jefaturas naturales”.
Lo que hay que fortalecer son los partidos políticos modernos con principios, ideas, propuestas... pero que se originan y se legitiman de manera colectiva. Hay que fortalecer las bancadas que elección tras elección son las que tienen que tomar las decisiones conjuntamente en su ejercicio legislativo, por ejemplo, pero son las bases las que también tienen que tener su propia autonomía para decidir a quién se respalda políticamente o no.
¿Cómo así que hay que dejar en libertad a las bases para decidir? Eso de “dejar en libertad” suena a rancio feudalismo político. Por eso es que los partidos políticos que se comportan de manera “tradicional” quedan como simples dadores de avales, con un gran vacío de adhesión y respaldo ciudadano, pues pretenden todavía amarrar ideológicamente a los electores y mandar sobre cómo deben pensar y cómo deben votar.
Es un insulto para la inteligencia política y para construir una democracia moderna que haya una lista de dirigentes haciendo cola para poder dizque “conversar” con César Gaviria. Entonces, uno se imagina a este exmandatario allá, en su castillo, sentadito en su trono con su pierna cruzadita, tomándose algo, mientras los visitantes, a manera de vasallos, intentan lograr la cita para seducirlo con la mejor “besada de mano” y luego esperar a que este reyezuelo decida a quién “bendice”
¡Fantochadas! El liberalismo hay que practicarlo a secas, aquel que promueve y consolida la libertad para pensar y decidir. Hay que dejar atrás el liberalismo doctrinario, aquel que busca “conciliar” lo que piensa autoritariamente el “monarca” (César Gaviria) con la libertad de los demás.
Es cierto: a los expresidentes hay que mandarlos a uso de buen retiro: que no intervengan más en política, como si fueran los “maestros espirituales e intelectuales” de consulta y devoción; que haya una ley para eso, ¡hace falta esa ley!, para que se vayan a descansar, a cuidar de sus nietos, de sus matas, de sus animales, a disfrutar de la millonaria pensión que les damos; que recompongan su familia, así sea tarde ¡Pero que dejen descansar al país! ¿Creen que el país les debe eternamente devoción?
A los expresidentes hay que dejarlos a la vera del camino... El país sigue su camino sin ellos, con otros, con otros que también serán expresidentes.
