En realidad no es problema solo de Petro. Es de sus antecesores también. Nadie le ha parado bolas y estamos avisados hace rato: el futuro del trabajo, que ya está encima, afectará a quienes lo realizan, las formas en que éste se lleva a cabo y el lugar en el que se ejecuta. Es un tema que afectará a la sociedad colombiana en su conjunto sin que nos estemos preparando de forma debida.
La razón: le estamos invirtiendo tiempo precioso a la polarización política en vez de coaligarnos para mirar el país de manera prospectiva y, en este caso, el del futuro del trabajo, tomar las medidas necesarias. ¿Cuál es la formación que requerimos? ¿Cómo debe cambiar la educación? ¿Quién hace qué?
El tema no está en la agenda.
Para quienes están pendientes de algunas redes sociales y tienen interés en los temas públicos les debe parecer que el universo de los problemas colombianos tiene como eje el gobierno de Petro. Las dinámicas de enviar y responder mensajes en la más popular, twitter, respaldando, criticando, cuestionando al gobierno, absorben algunas horas al día, comenzando por el tiempo del presidente que, se afirma, maneja directamente sus trinos y no pierde oportunidad de controvertir.
Grupos de personas afines, a favor o en contra, se forman en whatsapp y le invierten partes valiosas de su vigilia al tema. Imposible pasar de agache, por ejemplo, en el tema de la reforma a la salud, difícil no leer los comentarios acerca de las entrevistas a Roy Barreras y sus quejas de la ministra, ineludible percatarse del rechazo en las propias toldas del Pacto Histórico a don Roy. ¿Cómo dejar de lado el nuevo concepto de un senador, el de “paz neoliberal”? Total: no parece haber interés en temas estratégicos porque la minucia, el chisme, nos ocupa.
Unas palabras sobre el tema del futuro del trabajo:
La forma cómo se realiza el trabajo está cambiando a pasos de gigante. Nos hemos maravillado en estas semanas con el famoso ChatGPT, uno entre varios algoritmos de la Inteligencia Artificial (IA) al que podemos acceder por internet (OpenAI). Esto sólo para decir que herramientas que incluyen distintas formas de IA, el “machine learning”, el software analítico, la robótica, las mil y una formas del internet de las cosas, están voltenado los modelos de negocios y las maneras de trabajar. Con esto del GPT el rango de “invasión” de la IA ya penetra de frente profesiones como las de los comunicadores, los especialistas en mercadeo, los abogados, los historiadores, los profesores…, aparte de las transformaciones que en el sector productivo manufacturero están ya presentes.
Algunos hablan de cómo, por ejemplo, hay convertir la I.A. en un copiloto, en un auxiliar. De ahí que los desafíos, lo que tenemos que aprender, se refiere a cómo aprovechar todas estas herramientas para producir más y mejor, incentivar la creatividad y la innovación. Y no ser simplemente desplazados por las nuevas tecnologías.
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El asunto de quién desempeña el trabajo está cambiando. El viejo concepto del empleado de nómina, como sabemos, ha quedado atrás
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El asunto de quién desempeña el trabajo está cambiando. El viejo concepto del empleado de nómina, como sabemos, ha quedado atrás. Además del trabajador de tiempo completo se encuentran (acá los llamaríamos “contratistas”) los proveedores de servicios (ojo: de cualquier parte del mundo) temporales, que también llaman “trabajadores gig”, formados para trabajar realizando tareas específicas en tiempos limitados. Carecen de patrón fijo. Y una figura más: el llamado “crowdsourcing”, una forma de trabajo que tiene cada vez más importancia, que se caracteriza porque en una tarea concurren muchos aportantes.
Es obvio que hay que pensar en cómo formar niños y jóvenes que puedan desempeñarse con alta versatilidad en mercados “gig”, cada vez más relevantes.
Finalmente, gracias a la pandemia, el cuento del lugar fijo de trabajo se ha revaluado. Si bien muchas empresas han retornado a las jornadas presenciales, lo cierto es que los modelos híbridos, es decir, presenciales y virtuales, son predominantes. La palabra mágica: flexibilidad.
La reflexión anterior, por supuesto, ha hecho caso omiso de los ámbitos de la tecnología en los que se están dando los cambios más profundos: la biotecnología, las energías renovables y, por supuesto, las tecnologías de las comunicaciones, tema de otros artículos.
Baste decir que las reformas, del pasado y las propuestas hoy (laboral, salud), no parecen considerar los cambios en el trabajo. Nos embarcamos en discusiones bizantinas acerca de los roles del estado y el sector empresarial, caemos en los fáciles rótulos de neoliberalismo y chavismo, olvidando que todos debemos ser actores en trazar la ruta para niños y jóvenes.
