He venido observando con gran interés todos los acontecimientos sucedidos desde la posesión del Fiscal General Néstor Humberto Martínez Salcedo, respecto al cáncer más grave que tiene nuestra nación como es la corrupción.
Esta fatídica enfermedad ya hizo metástasis en todos los estamentos de la sociedad colombiana, en todas las formas y maneras de práctica bien sea en los estamentos altos o de bajos ingresos económicos.
En Colombia hemos vivido desde hace mucho tiempo bajo las malditas cadenas y grilletes de la injusticia y la inequidad. Aunque no lo recordamos por la falta de memoria histórica. Nadie se acuerda de las más de cincuenta guerras civiles en el siglo XIX, vivimos diferentes formas de gobiernos centralistas y federalistas. Nunca se logró una estabilidad o algo que pusiera fin a los permanentes conflictos políticos. Aunque la Constitución de 1886 modernizaba el Estado esta no encamino al país al apaciguamiento deseado. Cabe anotar que el período de la Regeneración culminó con la más sangrienta de las guerras civiles, la llamada "Guerra de los Mil Días" entre 1899 y 1902, y nos llevó a la separación de Panamá en 1903. Con ese recorderis histórico, nos encontramos ahora en una etapa de posconflicto después de cincuenta años de zozobra y de caos absoluto. Se hace necesaria la reconciliación nacional y la recuperación del tejido social pero que vamos hacer con el flagelo de la corrupción que viene empoderado desde la época colonial.
En la actualidad se adelanta por parte de la Fiscalía General de la Nación el Plan Bolsillos de Cristal, bajo la premisa de que “si no se impone el poder disuasivo de la justicia hay rienda suelta para la criminalidad y la corrupción”. Esto ha llevado a la captura de varios alcaldes y exalcaldes y otros mandatarios del orden departamental, creando en varias zonas del país problemas serios en la democracia local.
Con este panorama tan oscuro, me pregunto ¿Qué país y qué valores vamos a dejar de herencia a nuestros nietos? ¿Podemos transformar los valores de nuestra sociedad? Estas preguntas me llevaron a recordar al Cantor de Buenos Aires en su tango Cambalache “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, Ignorante sabio o chorro, generoso o estafador”. El tema da para mucho. No veo que en el país exista una verdadera política pública para la protección de la infancia y el rescate de la honorabilidad y transparencia en el manejo de los recursos del erario nacional, departamental y municipal. Basta recordar a Luis Villar Borda “Solo un reordenamiento del país, la recreación del estado, el fortalecimiento de la participación ciudadana y el surgimiento de una nueva dirigencia con sentido de nación y propósitos claros y desinteresados, permitirá sacar al país del impase al que lo han llevado la corrupción y la violencia”