Hola compañeros animalistas. He estado en mora desde hace algunos meses de contarles las nuevas noticias acerca de nuestros resultados en favor de nuestros hermanos no humanos.
Para empezar, les cuento que hemos avanzado mucho en el reconocimiento de más derechos hacia los animales y a una mayor cantidad de ellos.
Desde aquel gran paso por el cual gracias a una tutela se le reconoció el derecho a la vida a Negro (1), no solo hemos logrado salvar las vidas de perros y gatos en condiciones lamentables sino que también se les han venido reconociendo más derechos como la salud, alimentación y vivienda, también a otras especies de animales de compañía y silvestres en cautiverio.
No se desanimen por las críticas de que se gastan los recursos públicos para salvar la vida de un animal no humano mientras que muchas personas pierden la vida esperando recursos del Estado. Recuerden que más vale la vida de un animal inocente que la de cualquier persona.
A su vez aprovecho para contarles que la próxima semana interpondremos la primera tutela por la vida de un pollo con pocos años de vida que ya se lo quieren comer y también estamos preparando una para salvaguardar la integridad sexual de una vaca que no ha dado su consentimiento para que le jalen las ubres (ordeñen) (2) y otra por una inseminación artificial no consentida (3). Quizás en un primer round no tengamos éxito, pero poco a poco vamos dando pasos.
Por otro lado, ya está a punto de aprobarse en el consejo de Bogotá el proyecto para desincentivar el consumo de carne. Lo más importante es que logramos sobreponerle al argumento de que la ganadería incentiva la deforestación el otro argumento por el cual los humanos debemos tener vocación a alimentarios sin necesidad de sacrificar a animal alguno.
Ahora que se apruebe en Bogotá será más fácil presionar para realizarlo en demás ciudades de Colombia. Cada vez tendremos un mejor escenario de cara a prohibir de forma tajante el consumo de carne en el congreso.
Hagan oidos sordos a quienes les digan que son dinámicas normales de la naturaleza alimentarse de carne. Recuerden y hagan recordarle a sus compañeros que nosotros somos la voz de los que no tienen, y un cerdo jamás quisiera morir.
Todos tenemos derecho a la vida en igualdad. De hecho ya dense cuenta que debatir sobre escoger entre la vida de una cucaracha y un bebé ya no es tan descabellado (4), o entre la vida de un bebé y el no alimentarlo con derivados de animales (5); ni tampoco sobre lo transepecie y la zoosexualidad, quienes ya poco a poco empiezan a hacer alarde de su situación incluso en redes sociales (6).
Ante tan alentador panorama, recuerdo aquella idílica victoria contra las corridas de toros, luego de forma automática con los gallos, coleo y Corralejas, y después en menor tiempo con la pesca, la caza y hasta el sacrificio artesanal de los campesinos.
Nada de lo que somos ahora sería posible si no hubiéramos empezado por horrorizar a la gente con lo feo que se ve un toro ensangrentado en la ciudad, así sea por que se vaya a comer, y ocultándoles que nada diferente es lo que pasa en la naturaleza y que un toro de corridas tiene mejor vida y muerte que uno de carnicería. Esos taurinos pecaron por traer lo suyo a la ciudad, mejor hubieran seguido lejos, en el campo.
Gracias a horrorizar a la gente de esa manera fue que hicimos que la gente le cogiera asco a la carne. Empezamos a extender ese sentimiento de culpabilidad por comer carne, muchas veces justificado por los carnívoros en el delgado hilo de "es por mi bien", "es tradición" o "es lo que hay", pero derrumbadas poco a poco con aquellas imágenes crudas de siempre, que jamás debemos dejar de compartir.
En concordancia con lo anterior, va muy bien la censura a imágenes crudas o al menos la insinuación de ellas en películas y programas de niños. Así los niños, sobre todos los de ciudad, no se familiarizan con el sacrificio de animales para su consumo como dinámica natural, se horrorizan con la idea de hacerlo o verlo y no habrá forma que cuestionen nuestras imposiciones.
Por último, gracias a la confusión que hemos logrado por la ambigüedad del término "animalista", cualquiera con cierta empatía por los animales se hace llamar como tal, sin saber que los animalistas somos quienes consideramos a los animales como hermanos y merecen un trato absolutamente igual.
Esta confusión hace que nuestro movimiento se vea mucho más grande, y en consecuencia, hagamos más presión.
Un gran abrazo a todos. ¡Sigamos luchando por nuestros hermanos no humanos!
PD: Mis siembras de soya y quinua han crecido enormemente. Lástima por los animalitos a los que les hemos quitado su hábitat y a los insectos que ha tocado exterminar para sostener los cultivos (7).