Johan Arango encarna todo lo que uno, como hincha, no quiere de un jugador. Es puro lujito, puro tunelcito, puro individualismo. Es una lástima porque desde que debutó a los 18 años con el América creíamos que iba a ser un crack pero se quedó siendo un jugadorcito del montón, un tipo con aserrín en la cabeza que está pendiente mas de la rumba y de su corte de pelo que el compromiso que debe tener como profesional. En América empezó a pudrírsele la cabeza por eso durante tres años estuvo en equipos de la B. Volvió al Ameríca en el 2013 y de ahí deambularía en equipos como Santa Fe en donde salió muy mal por haber protagonizado, según algunas versiones de prensa, varios escándalos con mujeres y alcohol.
Lo que mas irrita de Johan Arango es que todo le importe cero. Cuando se le critica por su desafuero en su vida privada y su desgano en la cancha ha respondido "Para nadie es un secreto que a mi hermano y a mí nos gusta la fiesta y la calle, pero eso no es pecado. Todos podemos salir, debemos saber cuándo hacerlo. Pero a nosotros, de una cosita pequeña nos sacan algo gigante, como si fuéramos los peores. Eso a veces me baja mucho de nota. Aunque también hay comentarios bonitos".
Pareciera que no ha podido entender que a sus 26 años ya ha pasado su cuarto de hora y que con ese nivel de vida no trascenderá nunca. Sus declaraciones así lo indican "Desde el comienzo yo he dado de qué hablar. Cuando empecé a hacer goles y a figurar, pues más empezaron a hablar. Si yo no fuera la figura que soy, no hablarían como lo hacen. Hay muchos jugadores que los han sacado de los equipos por indisciplina, pero dejan el tema ahí"
Lo último que hizo este honorable pecho frío fue posar con un carro último modelo en Instagram que se acaba de comprar. Otra vez Johan Arango demuestra que lo único que le importa es llegar a fin de mes para que le paguen su millonada. El futbol como tal nunca le pasa por las venas