El escenario político no para de estar revolucionado, cada día suenan escándalos tras escándalos con el nuevo gobierno, el cual pensó, que sería fácil dirigir y gestionar desde las compuertas de la casa de Nariño, tarea que, por desgracia, le viene quedando un poco difícil.
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Las idílicas y utópicas ideas expectoradas en campaña, hasta el momento no han sido satisfechas por este nuevo ejecutivo, parece ser que la contienda electoral librada por el Pacto histórico estuvo plagada de promesas inocuas que carecen de asidero factico, toda vez que sentado en aquellas butacas doradas que tanto criticó, se agazapó cual gatito sufriendo un profundo miedo ante los ojos del mundo.
Tal vez al querido lector de esta columna, le parezca que la comparación del título sea inverosímil y bastante abyecta. Comparar a Petro con Hitler puede no tener respaldo suficiente para algunos, pero la historia dice otra cosa y nos puede ayudar a entender cómo se crea un régimen de cualquier tipo bajo la figura de un solo hombre.
Gustavo Petro, al igual que Hitler, fue elegido porque se creía que salvaría a Colombia del yugo en el que ha vivido más de 200 años sin beneficio alguno, incrementando, con la verborrea que conocemos, el apoyo popular y creando una embriaguez generalizada entorno a sus ideas.
Una vez Alemania fue sancionada por el tratado de Versalles luego de la primera guerra mundial, entró en escena el Führer en idioma alemán o caudillo en español, alegando que los teutones serían reivindicados en su honra tras la desidia del conflicto bélico, realizó reformas tras reformas una vez se posesionó en la cancillería del Reich, ya que, para él, nada servía para el pueblo alemán.
Ahora bien, para nuestro par colombiano, nada de lo que se ha hecho desde la independencia de España ha servido, para él nada funciona en este platanal; ni el sistema pensional, ni las fuerzas armadas, ni la política antidroga, y ni hablar de la extradición.
La última de las comparaciones, la que es capaz de fortalecer cualquier régimen autoritario, es el discurso exageradamente maquillado que ambos utilizaban, los dos hicieron uso de la palabra para endulzar a los habitantes de sus países; solo que nuestro par colombiano, las sigue utilizando aun cuando ya está posesionado como presidente, y creo que los dichos sin sustento real no van a parar.
Por ahora solo nos queda criticar las malas decisiones que tome nuestro Führer colombiano. El pueblo debe despertar de la profunda embriaguez en la que se encuentra, para que no le pase lo mismo que los alemanes que vivieron bajo el yugo nazi; o como los cubanos que aun viven bajo la represión del régimen comunista; o como los venezolanos que viven todavía bajo la sombra de Chávez y su socialismo del siglo XXI.
