Grotesca, por decir lo menos, la manera en que, según se observa en el video difundido recientemente, los niños y niñas de la Institución Educativa Sagrado Corazón de Jesús, en Aguachica, Cesar, reciben un deplorable refrigerio, luego de ser manipulados para posar ante una cámara, como si se les hubiese brindado un tentempié más nutritivo, higiénico y completo.
Ningún reparo, al parecer, tienen los encargados de velar por el bienestar de la infancia para devorar los recursos que deberían destinarse a la nutrición de los estudiantes menores de edad menos favorecidos.
Pero no menos deleznable es la "indignación" que se ha manifestado ante ese hecho en redes sociales. Trinos y mensajes en Facebook que denotan el rechazo a lo sucedido: la forma cómoda e hipócrita de decirse encolerizado, de quejarse y manifestar "solidaridad" con los perjudicados sin moverse del sofá o de la cama.
¿Cuántos de los "indignados" que se expresan en redes sociales han salido a marchar por hechos que revisten (significativamente) menor gravedad, pero ante tan vulgar acto de corrupción se limitan a trinar su rechazo? ¿Cuántos de ellos cuentan con orgullo en reuniones con amigos y familiares haber sobornado a un Policía para evitar un merecido comparendo, como si tal conducta fuera diferente de la asumida por los contratistas de los alimentos? ¿Cuántos, acaso, exteriorizan igual reacción ante eventos inanes, sin mayor importancia, como la cantidad de afrodescendientes nominados al premio Óscar? Más de uno, a no dudarlo, ha ingresado a un sistema de transporte masivo sin pagar la entrada, se ha copiado "inocentemente" en un examen o ha ocultado bienes al fisco para reducir el monto de sus obligaciones tributarias, como si estos no fueran comportamientos igualmente corruptos y repudiables.
El enojo simplemente "virtual" que ha suscitado la nauseabunda corruptela que revela el video permiten augurar, sin temor a equivocarse, que la próxima semana ninguno de los "indignados" la recordará, mientras con total satisfacción algunos de ellos se vanagloriarán de haber evitado una multa tras pagarle a la autoridad. Vendrá otra ola del banal "repudio" que caracteriza las redes virtuales, ya por un hecho similar, ora por alguna ridiculez sin ninguna trascendencia.