El Francotirador, la oda a un asesino serial

El Francotirador, la oda a un asesino serial

Una película de estereotipos americanos

Por: Nelson Cárdenas
febrero 02, 2015
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El Francotirador, la oda a un asesino serial

Debo confesar que a pesar de haber oído a Julito decir en la radio con evidente emoción que El Francotirador, la nueva película de Clint Eastwood, era “la película sobre el más letal francotirador de la historia del ejército norteamericano, con 152 bajas oficiales en su haber” -y repetía fascinado “152 bajas ¡qué efectividad¡” como si fueran puntos en juego de video y no personas- decidí ir a ver la función de prensa esa noche.

Pensé que dicha presentación no era más que un truco comercial para llevar gente a las salas, para presenciar un manifiesto pacifista y anti sistema como los que se había echado en el 2006 en La bandera de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima.

La presentación que hizo la encargada de mercadeo de la distribuidora se lanzó en elogios hablando de las abultadas cifras de taquilla y de nuevo con el tono de admiración profunda, casi con la mano en el corazón, mencionaba la cifra oficial de 152 bajas. 152 terroristas menos en el mundo gracias a este héroe de la gran nación americana que lucha por llevar la libertad y la democracia a este mundo, dejaba traslucir su emocionado discurso pensado para motivarnos a los periodistas (me disfrazo de periodista de vez en cuando).

Y se los juro, me estuve toda la película, todita toda tratando de encontrar un trazo de crítica al militarismo, a las guerras inducidas, a la injusticia, a las invasiones, a las mentiras mediáticas, buscando un rasgo, un matiz en el personaje, tan siquiera un cuestionamiento al desperdicio de la vida humana y de la dignidad, que son las guerras, todas las guerras. Pero nada.

Toda la película fue una especie de comercial de los Navy SEALs y de su patriotismo a toda prueba, una oda al derecho del imperio a proteger sus fronteras a 10.000 km de Washington, a invadir países para defender la libertad.

Todo allá afuera es la barbarie, todos allá afuera son “los salvajes”. Y ellos, los soldados de la democracia y la moral, llenos de banderitas, himnos y actitudes de vaqueros humanitarios y templados como santos, son totalmente pulcros y llenos de valores, tanto así que en algún momento uno de “nuestros muchachos” (son nuestros ¿no ves que vienen a salvarnos de nosotros mismos?) que compra un anillo de diamante para su prometida ¡divino¡ se arrepiente de ello (del diamante, no de casarse) pues puede ser un “diamante de sangre”.

Obviamente este buen hombre morirá más adelante pues así les toca a los inocentes en las películas de molde y claro, “nuestro” francotirador-más-letal-de-la-historia-de-ejército-americano tendrá que volver a Irak a vengarlo. Y claro, así como les espanta el diamante de sangre les encanta el petróleo de sangre con el que defender “nuestro” american way of life.

Temblamos junto a su mira telescópica cuando tiene que matar a un terrorista de 10 años que le quiere arrojar una granada a los héroes que tienen que invadir su país y suspiramos aliviados cuando no tiene que despanzurrar a otro niño terrorista, que desiste de operar un lanzacohetes. Tiene alma este soldado humanitario.

Curiosamente, su Némesis es otro francotirador casi como él, letal y desalmado. Pero ojo, no se confundan, desalmado-malo, que es bien distinto. Malo, claro, porque está con los terroristas, es decir, con los salvajes, es decir, con los desafortunados de haber nacido con una nación que flota en petróleo. Malo además porque logra matar menos que “El Francotirador” y pierde con él su duelo. Hacen lo mismo pero uno es bueno y el otro malo. El que invade –para traer la libertad- es el bueno, el que se defiende –que es el terrorista- es el malo. Es difícil de entender, lo sé, pero adiestrados como estamos para ver noticias diariamente, no lo será tanto.

Actuaciones planas a morir, una música casi desaparecida y una dirección que no alcanza esta vez ni siquiera para hacer de esta propaganda un producto creíble, son la descripción de esta película que veremos en el futuro para referirnos asombrados a como en este tiempo llamábamos héroes de la nación a los asesinos seriales con licencia para matar. Y como considerábamos “nuestra nación” a una nación extranjera.

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